Aunque las Sagradas Escrituras son un relato literal e histórico; con todo, por debajo de la narración, hay un significado espiritual más profundo.
Éxodo 13: 21 nos presenta la columna de nube y fuego, la guía de los peregrinos hebreos a través del desierto, a los cuales llevó a través de muchas jornadas de pruebas y educación. Todo ello es un cuadro de nuestra vida en que el Espíritu Santo nos guía a través del desierto por caminos que no conocemos.
Era costumbre, según vemos en la historia, que los antiguos ejércitos fueran precedidos por un signo semejante. Alejandro Magno solía enviar ante sus ejércitos vehículos con fuego de los que se elevaban columnas de humo que el ejército podía ver en su marcha. Sabemos que esto era corriente también en los antiguos ejércitos egipcios. Así que no era excepcional para los israelitas; era natural, o si se quiere, preternatural, porque era sugerido por las costumbres de los hombres, pero en un nivel mucho mayor. Todo el relato de esta figura divina es sublime e instructivo de modo particular.
La columna de nube y fuego
A nosotros nos es un poco difícil hacernos cargo del cuadro. Cuando iban en marcha, probablemente aparecía como una enorme nube de humo, visible a todos y moviéndose en forma majestuosa como un ser celestial guiándolos en el camino; y cuando el campamento se detenía, el movimiento cesaba; entonces se extendía como un dosel sobre el campamento, transformándose en un pabellón protector celestial que impedía los rayos del sol del desierto, o si se quiere, extendiendo las alas maternales de Dios sobre ellos.
¡Qué bello espectáculo debió haber sido cuando la nube extendía sus alas, dando mejor sombra que las palmeras o las tiendas del desierto! Allí, el calor ardiente descendía hasta ser como un día de verano nublado.
Y cuando llegaba la noche y la marcha era pesada, aquella columna pasaba a ser luz, dándoles ánimo y seguridad. Y cuando temían que sus enemigos les rodearan o los persiguieran, ella se ponía detrás del pueblo como una muralla, que impedía a sus enemigos acercarse a los protegidos del Señor.
A lo largo de las Escrituras, todas las referencias que hemos hecho quedan corroboradas. Se extendía sobre ellos una nube protegiéndolos del calor del día y los guiaba en las tinieblas durante la noche.
Algunas veces, desde dentro de la columna, se oía la voz de Dios. Con frecuencia, Dios hablaba a Moisés, y una vez Dios habló a los hijos de Israel desde la nube de fuego. Era el tipo de la presencia de Dios entre su pueblo antiguo, y en el Nuevo Testamento de su presencia mediante el Espíritu Santo en los corazones de los creyentes. Así, esta preciosa persona de la Trinidad pasa a ser el guía y guardián de nuestra vida de peregrinación, y nuestros corazones se vuelven a él con gratitud y confianza. Que este bendito Maestro nos proteja en la sombra de su presencia para que podamos conocer por experiencia personal lo que esto significa.
Como dijo una anciana una noche, en una de nuestras reuniones: «No puedo estarme quieta. ¡Él está cantando en mi corazón!». Su rostro resplandecía como la gloria de la antigua nube. Es la voz del Pastor; es el ala de la paloma; es la presencia de Dios; es el Santo Consolador; es lo que viene a ti; es lo que hay en tu corazón; es aquello de que él ha dicho: «El Señor tu Dios en medio de ti es poderoso; él salvará; él se regocijará sobre ti con gozo; él reposará en su amor; él se gozará sobre ti con cánticos».
Veamos algunas lecciones de esta figura. Era un símbolo preternatural. No dependía de ninguna de las leyes de la naturaleza. No estaba formada como una columna de piedra. No era una bandera bordada, ni nada hecho de manos; era un estandarte ofrecido desde el cielo y nada de la tierra lo había tocado. Era, en realidad, contrario a las leyes de la naturaleza. Colgaba de los cielos, sin ningún mástil en qué apoyarse. Andaba a media altura, independiente de las leyes de gravitación. Era una muestra sobrenatural del Dios vivo, que no necesita seguir nuestras reglas, y no necesita depender de nuestras ideas de las cosas o nuestros modos de actuar.
No fue nada fácil para los hijos de Israel cruzar la tierra de Arabia. El camino en que se te dirige es posible que no sea el que tú habrías seguido. Pero no se realiza debido a tus provisiones o tus precauciones o razonamientos. Si nuestras vidas son divinas, su guía será divina, y con frecuencia iremos allí donde ningún hombre se atrevería a ir solo, y donde no tendríamos esperanza de ser sostenidos, si juzgáramos a la luz de nuestra razón o de nuestro sentido común. Es una guía divina, una presencia sobrenatural, independiente de todo excepto del poder y la voluntad infinita de Dios.
Vemos en esta columna de nube y de fuego los elementos mezclados de luz y de fuego, que tienen su significado simbólico natural. Primero había luz, la luz de la verdad, la luz de la visión espiritual personal, la luz de Su presencia, la luz que nos muestra la verdad y luego el camino en que hemos de andar. Él mismo es la luz; Cristo viene a traernos toda nuestra luz y también la capacidad para ver la luz.
La nube, el lado oscuro
También, la nube, así como la luz, sugiere algo acerca de Dios. La nube es lo opuesto a la luz; ella oculta la luz y, cuando se apartan las nubes, se revela la luz. Nos sugiere la idea de los misterios que no podemos penetrar o percibir, y el hecho de que la guía del Espíritu Santo no siempre es entendida de modo perfecto.
No solo hay luz, sino que está velada: luz que viene a ti con su lado oscuro y con su lado brillante. ¿No es verdad que Él te guía por un camino que tú no conocías? ¿No es verdad que tu vida está escondida con Cristo en Dios, que tú no siempre ves lo que Él quiere, que no siempre contemplas su faz descubierta? Cuando buscas la luz, encuentras una nube. ¿ No hay un lado oscuro en la forma que percibes el Espíritu Santo? ¿No se esconde a veces de ti en la sombra? ¿No te lleva a lugares que te parecen muy oscuros? Tú le pediste a Dios que te mostrara gozo; en vez de gozo, fue profunda humillación y lágrimas; y no sabías, hasta que lo viste después, que aquélla era su bendita respuesta. Pero, cuando la seguiste, la columna de nube se transformó en una fuente de luz.
El fuego en medio del pueblo
Dios es representado también por fuego. El fuego tiene calor además de luz, y es el elemento de la pureza intrínseca y el poder arrollador que nos da una sensación de fuerza viva que es capaz de consumir el mal, destruir al adversario, y revestirnos con el propio poder. Dios es un fuego consumidor además de una presencia iluminadora. El Espíritu Santo bautiza al corazón dispuesto con fuego – un fuego que consume todo aquello de que te desprenderías de buena gana, y que aviva y purifica todas las energías del alma y te viste con el infinito poder y justicia de Dios.
La columna de antaño los precedía, como su guía. de igual modo, el Espíritu Santo nos dice que seremos guiados por Su presencia. Dios nos ha dicho que él irá delante de nosotros, que no estaremos seguros sin él, y que él nos hará conocer su voz. ¿Has aprendido este bendito secreto?
Además, la columna de fuego no solo los precedía, sino que los seguía, como un muro interpuesto entre ellos y sus enemigos. Dios es nuestro guía y nuestro guarda. En tiempos antiguos, los pastores encendían una fogata en el desierto, para ahuyentar a las fieras. «Seré un muro de fuego alrededor y la gloria en medio». El fuego puede arder durante un tiempo; el tentador puede salirse con la suya un tiempo, pero David permanece en su trono durante cincuenta años y alaba al Señor de que le ha guardado tan maravillosamente. «El que confía en Él no tendrá de qué avergonzarse». Acepta al Espíritu Santo como tu guía y defensor. Deja tus tribulaciones y tu vindicación a él, que se hará cargo, y luego, camina tú en sumisión y obediencia.
El fuego no solo iba delante y detrás de ellos, sino que iba en medio de ellos; porque leemos que mientras estaban pasando el Mar Rojo, el fuego iba por medio del campo, envolviendo a veces toda la compañía, y luego ocupando su lugar detrás. Este es un hermoso cuadro de la forma en que el Espíritu Santo se pone en medio, no solo delante y detrás de nosotros, sino entrando en nuestro ser, poseyendo toda facultad de nuestra naturaleza y pasando a ser el impulso vital de todo nuestro poder.
Es hermoso notar la ocasión en que él hizo esto. No fue al principio, sino en la misma crisis de la vida de ellos, cuando iban a descender a un punto inundado y sombrío, perseguidos por enemigos y a punto de dar el paso más difícil que nunca habían dado. Pero, al fin, un poder que no conocían se puso entre ellos. Entró en sus corazones, y pasó a ser uno con sus vidas; ellos pudieron sentir el bautismo consciente en todo su ser y no tuvieron miedo.
(Continuará).