Si me reservo algo en mi entrega
a Aquel que tuvo tanto amor,
que dio a quien más amaba por mí,
entonces no conozco nada del amor del Calvario.
Si me siento herida cuando me acusan
de cosas de las que no tengo la menor idea,
olvidando que mi Salvador, sin pecado,
caminó por esta senda hasta el final,
entonces no conozco nada del amor del Calvario.
Si la carga que mi Señor me pide que lleve
no es de mi predilección,
y me agito internamente
y no acepto con agrado su voluntad,
entonces no conozco nada del amor del Calvario.
Si me retracto de una oración
cuando obtengo una respuesta que no esperaba,
aunque creía haberla hecho de todo corazón;
entonces no conozco nada del amor del Calvario.
Si ambiciono algún lugar en la tierra
distinto al suelo polvoriento
en la base de la cruz,
entonces no conozco nada del amor del Calvario.