Revista 67 / Julio – Agosto – Septiembre 2012

Perfectos hacia la perfección

Esta revista es la última de la serie que ha pretendido cubrir las cuatro epístolas consideradas fundamentales para una vida cristiana segura y equilibrada: Romanos, Efesios, Colosenses y Hebreos.

Después de haber revisado en Romanos la gloria del evangelio, en Efesios la gloria de la iglesia y en Colosenses la gloria de Cristo, ahora en Hebreos nos adentramos en la gloria del caminar práctico del cristiano. Las gloriosas realidades espirituales que nos fueron detalladas en las epístolas anteriores se ponen ahora a prueba y se hacen carne en el caminar cotidiano.

Siguiendo el ejemplo siempre vivo de Cristo, están las humillaciones, el aprendizaje de la obediencia a partir de las aflicciones y padecimientos; está la respuesta de Dios a los grandes problemas del cristiano, las tentaciones y el pecado, cuyo fin es la muerte; están los obstáculos aparentemente menores pero siempre presentes: la incredulidad, las debilidades, la negligencia, la tardanza para oír, la impaciencia. Luego está la gran meta, la perfección, como la posesión de una conciencia perfectamente limpia por la Preciosa Sangre, y como la madurez en el ejercicio de los sentidos espirituales y en la práctica de la santidad y la justicia.

Hebreos es la epístola que declara a los creyentes “perfectos para siempre”, pero que, al mismo tiempo, llama a esos creyentes a ir “adelante a la perfección”. Perfección en cuanto a la conciencia, y perfección probada y encarnada a través de la disciplina y la experiencia, hasta que todo sea cabalmente pleno y real en el creyente.

Rogamos al Señor Jesucristo, quien es el “autor y consumador de la fe”, que nos conceda siempre el tener “puestos los ojos” en Él, única forma eficaz de correr esta carrera y convertir las promesas de Dios en realidad.