¿Cuál es el testimonio de los cristianos en el mundo?

Lectura: Efesios 5:25-27.

Según esta Escritura, sabemos que Cristo se presentará a la iglesia a sí mismo; y de acuerdo con Pablo, será una iglesia gloriosa. Esto significa que ella está en la fase de la luna llena, sin mancha, ni arruga ni cosa semejante; sino santa y sin mancha.

Esta vez, por la gracia del Señor, deseamos saber cómo el Espíritu Santo ha obrado a lo largo de la historia de la iglesia; cómo él hizo esta obra de restauración luego que la iglesia cayó en el cautiverio de Babilonia.

Tiatira

En el mensaje anterior decíamos que en los últimos 33 años del primer siglo la iglesia empezó a decaer, y a cinco de las siete iglesias el Señor les dice en Apocalipsis: «Arrepiéntete». La iglesia estaba envejeciendo, tenía arrugas y manchas. Por eso, de las siete iglesias, algunas aún estaban en la condición de luna llena, y otras en la condición de luna nueva. Todavía se llaman iglesias, aún son representadas por un candelero de oro, y aquel candelero estaba en los lugares celestiales. Pero su función como iglesia ya no está. La luna está allí, pero el mundo no puede ver su luz.

Tiatira es uno de esos ejemplos. Ella no sólo representa a una iglesia local en el primer siglo. El Espíritu Santo utiliza la condición de Tiatira para representar el estado de la iglesia en un período de su historia: la Edad Oscura.

Cuando la iglesia todavía estaba en la Edad Oscura, hubo un famoso obispo, el obispo de Wurzburg. Él debía conocer muy bien la palabra de vida; sin embargo, oigan lo que decía: «Doy gracias al cielo porque nunca he leído las epístolas de Pablo, porque si las hubiera leído me habría convertido en un hereje como Martín Lutero». Su comentario representa la condición de la iglesia en aquella época. Si Pablo hubiese oído esa declaración, habría dicho: «He trabajado en vano».

En aquella época, la condición general de la iglesia era de total oscuridad. Cuando la iglesia está en la fase de luna nueva, una cosa es cierta: la palabra de vida se ha perdido.

Conocemos la historia de Tomás de Aquino, el gran teólogo. Un día viajó a Roma, y el papa le invitó a visitar la catedral, señalándole el oro y la plata que había en el techo y en los muros. Tomás le hizo este comentario: «¿Recuerda usted que nuestro primer papa, Pedro, dijo: No tengo oro ni plata?». El papa respondió: «Nuestro primer papa dijo eso, pero hoy ya no decimos eso. Mire el techo, mire los muros; ahora tenemos oro y tenemos plata». Tomás de Aquino dijo: «Sí, ahora tenemos oro y plata, pero, ¿podemos decir: En el nombre de Jesús de Nazaret, yo te ordeno, levántate y anda? Tenemos oro y plata, pero ya no tenemos aquel poder».

Cuando hablamos acerca de la iglesia en la Edad Oscura, podemos mencionar miles de cosas que están en oposición a la palabra de Dios. Pero la mayor tragedia es que las personas ya no saben lo que es la salvación. ¿Qué sabían ellos acerca de la salvación? Ellos habían sido enseñados, no en lo que la Biblia dice, sino en lo que la iglesia dice.

La enseñanza era que había dos tipos de pecados: pecado mortal y pecado venial. El pecado mortal era digno de muerte, pero el pecado venial podía ser perdonado. El pecado mortal conduce al infierno, al fuego eterno. Contradiciendo la enseñanza bíblica, se les enseñaba que los buenos iban al cielo, los malos al infierno, y si alguien era mitad bueno y mitad malo, iría a un lugar llamado purgatorio. Allí purificarías tu alma hasta que estuviese preparada para ver a Dios.

Ahora, ¿cuánto tiempo había que estar allí? De acuerdo con algunos cálculos hechos en el siglo XI, cada persona, en promedio, comete a diario 30 pecados veniales. Por cada pecado venial, debería pasar un día en el purgatorio. Si una persona tiene 60 años de edad, ¿saben cuántos años tendría que estar allí? ¡Mil ochocientos años!

Pero, ¿cómo se podía salir del purgatorio? Se necesitaba a alguien que tuviera méritos: los santos, los papas, los mártires, que han acumulado muchos méritos, para ponerlos en el ‘banco’ de la iglesia, de manera que esos méritos pudieran ser distribuidos entre el pueblo, y así, algunos pecados podrían ser perdonados.

Entonces, suponiendo que alguien debería estar 1800 años en el purgatorio, por medio de esos méritos, se puede reducir ese tiempo sólo a unos cinco años. Entonces, ¿cómo alguien va a tratar con su salvación? Hay varios métodos: rezar el rosario, asistir a misa, pagar una peregrinación a Roma, y otras cosas por el estilo.

¿Es eso la palabra de vida? ¿De dónde surgió este tipo de concepto? Esta gente no es budista, no pertenecen a la religión de Babilonia. Ellos son así llamados ‘cristianos’. Ellos tenían la Biblia, pero no tenían acceso a ella. Nadie tenía certeza de su salvación. Tenían que trabajar, tenían que derramar muchas lágrimas, para ganar su salvación.

En la época de Martín Lutero, la iglesia había caído en tal condición, que ellos empezaron a vender ‘indulgencias’. Si alguien compraba una indulgencia, sus pecados podían ser perdonados. Existe una historia real sobre esto. Una persona compró la indulgencia, con la cual sus pecados eran perdonados. Con el documento en sus manos, fue y robó la caja donde se guardaba el dinero de las indulgencias, ¡pues sus pecados ya estaban perdonados!

La iglesia cayó en su condición más baja. Al estudiar la historia de la iglesia en esa época, cada página nos causa vergüenza. Ahora, de acuerdo a los capítulos 2 y 3 de Apocalipsis, esto estaba representado por la iglesia en Tiatira.

Lutero

En ese tiempo, Martín Lutero era profesor de teología en la universidad. Pero antes de eso, su conciencia le perturbaba. Sabía que él, por su propia condición, estaba siempre bajo la ira de Dios, y quería hacer algo para aquietar su conciencia.

Un día, hubo una tempestad que parecía caer sobre su cabeza, y él tuvo tanto miedo que se escondió en el campo. Lutero era muy supersticioso, y dependía de los méritos de Santa Ana. Entonces, dijo: «Ayúdame, Santa Ana, y te prometo convertirme en monje». Después de ese incidente, él cumplió su promesa.

Como monje se mortificaba a sí mismo, pensando que iba a acumular algún tipo de mérito para alcanzar su salvación. Detrás de aquellas puertas, él ya debería ser un santo. Sin embargo, para su decepción, él descubrió que todavía era un pecador, y se afligía mucho por eso.

Un día, Lutero decidió visitar Roma. Esta visita a Roma era otra forma en que algunos pecados podían ser perdonados. En esa época había allí una escalera famosa, llamada la escalera de Pilato. Según la tradición, la escalera había estado antes en Jerusalén, y se suponía que Jesús había sido juzgado en ese lugar, y que la sangre de Jesús todavía estaba en ella. Si hoy uno visita Roma, aún está allí, y se ve a muchos así llamados cristianos que cuando suben por ella, lloran por sus pecados, pensando que de esta forma serán perdonados.

En la mitad de su ascensión por la escalera –y la ascensión era hecha de rodillas: muchas lágrimas, mucho sudor–, Lutero oyó una voz del cielo: «Mas el justo por su fe vivirá» (Hab. 2:4). ¡La luz celestial brilló sobre Lutero!

Gracias a Dios, por medio de Martín Lutero tenemos la Biblia abierta. La Biblia ya no estaba más encadenada; él la tradujo al alemán. Él dijo: «Cuando traduzco a Moisés, quiero dar al pueblo la impresión de que Moisés es un alemán, y no un judío». Ahora la Biblia está muy cerca. Ahora tenemos la fuente de la vida, podemos saber que estamos justificados por la fe. Llegamos a ser hijos de Dios y empezamos a crecer hasta ser lo suficientemente maduros para encargarnos de los negocios de nuestro Padre; somos capaces de cumplir la voluntad de Dios, Ahora ¿cómo podemos hacer eso?

Si alguien permanece como un bebé, ¿cómo puede hacer la voluntad de Dios? Necesitamos crecer, y de nuevo, es necesaria la palabra de vida. Gracias a Dios, por medio de Lutero, de Calvino, de Zwinglio, gente maravillosa, el Señor hizo resplandecer su luz.

En esta época todavía no es la luna llena; pero al menos tenemos un cuarto de la luna. Luego, Dios va a hacer una obra mayor. A medida que Dios va trabajando en la historia, después de doscientos años, ya no sólo tendremos un cuarto sino la mitad de la luna. ¿Lo ven, hermanos? Es así como Dios empezó su obra de restauración.

Cuando es luna nueva, no se ve nada; toda la palabra de vida está perdida, el paraíso está perdido. Pero, gracias a Dios, por medio de la maravillosa obra de Lutero, Calvino y otros, nuestros ojos se abrieron. Hoy tenemos una Biblia abierta. ¡Es maravilloso! Una vez más, podemos llegar a la fuente de vida. Gracias a Dios por ello.

Y más aún, empezamos a ver que hemos sido justificados por la fe, por medio de la sangre de nuestro Señor Jesús, y más que eso, por medio de Juan Calvino, sabemos que todo es por gracia. Nosotros somos totalmente incapaces, no tenemos ninguna esperanza; de la cabeza hasta los pies, somos como los leprosos. Todo es por medio de la gracia de Dios.

La justificación y el sacerdocio

Por medio de Martín Lutero, no sólo vimos la justificación por fe. También hizo otro gran descubrimiento en la palabra de Dios: el sacerdocio de todos los creyentes.

¿Qué significa eso? Que, entre Dios y el hombre no hay ninguna clase intermedia, como en el Antiguo Testamento. En el judaísmo, había un sacerdote que llevaba las ofrendas por otros al altar. Los sacerdotes se convirtieron en una clase intermedia entre Dios y el hombre. Pero, gracias a Dios, cuando volvemos a la Biblia, es evidente que todos los que son comprados por la preciosa sangre de nuestro Señor Jesús son los sacerdotes que Dios tiene hoy.

Todos nosotros somos sacerdotes, y se supone que todos sirvamos a Dios. Por su sangre, nosotros estamos capacitados para estar en su presencia. ¿Qué queremos decir con la justificación por la fe? Que podemos estar en la presencia de Dios sin ser consumidos. Si tú ves la justificación por la fe, automáticamente sabes quiénes somos nosotros. Puedes verificarlo con la Biblia. En Apocalipsis y en muchos otros pasajes descubriremos que todos nosotros somos sacerdotes.

Si estudiamos la historia de la iglesia, en los comienzos, todos sabían que todos eran sacerdotes. En el norte de África, hubo un padre de la iglesia muy famoso: Tertuliano. Él dijo: «Nosotros, los laicos, ¿no somos también sacerdotes?». ¡Aun en el tiempo de Tertuliano! ¿Se dan cuenta? Otro padre de la iglesia en Alejandría, llamado Orígenes, dijo: «¿O ignoráis que para ustedes también, esto es, a toda la iglesia de Dios, al pueblo de los creyentes, ha sido dado el sacerdocio?».

La justificación por la fe y el sacerdocio de todos los creyentes, son cosas que van de la mano. Si estos dos pilares son establecidos, el problema está resuelto. En la estructura de la iglesia, una clase intermedia, los sacerdotes, eran responsables por dos ‘sacramentos’: la celebración de la misa, y el bautismo. Entonces, ¿quién iba a celebrar la misa y los bautismos? Sólo ellos podían hacerlo, así que eran personas muy importantes. Ahora bien, toda esta estructura colapsaría si se predicaba la justificación por la fe o el sacerdocio de todos los creyentes.

Algunas veces nosotros tratamos de ser reformadores, y pensamos que tenemos que restaurar el orden en la iglesia. Tú puedes restaurar el orden de la iglesia, porque eso es más fácil, es una cosa técnica. Si eres un buen organizador, puedes poner todo en orden.

El problema es éste: Si todo lo que te preocupa es la restauración del orden de la iglesia, entonces todo lo que necesitas es ser un buen organizador. Cuando la palabra de vida está siendo recuperada, el problema del orden en la iglesia ya está resuelto. No es por la doctrina. Porque si estamos asidos de la palabra de vida, si ella es plena, entonces el testimonio también será pleno. Y eso es lo que ocurrió con Martín Lutero y muchos otros.

Una iglesia dentro de la iglesia

Pero Lutero encontró algunos problemas, y él tenía un gran dolor interior por eso. Él sabía que la iglesia sólo abarcaba a los cristianos renacidos. Sin embargo, él no tenía salida, porque la Reforma había sido ayudada por el poder político. Antes, todos los nacidos en el imperio romano, pertenecían a la iglesia. Ahora, todos los que nacían en Alemania, eran luteranos.

Lutero conocía la palabra de vida. Pero, debido a interferencias externas, él no pudo hacer todo lo que se le había confiado. Entonces tuvo un deseo: «Un día habrá una iglesia dentro de la iglesia, una iglesia invisible dentro de la que es visible». La así llamada iglesia visible incluía a los incrédulos, pero la invisible sólo a los cristianos nacidos de nuevo.

Esa fue una frase famosa de Martín Lutero. «Una iglesia dentro de la iglesia». Esto nos habla de que él vio claramente lo que había sido revelado en la Biblia; sin embargo, no pudo llegar a este ideal. Pero más tarde vemos que Dios sí pudo. Dios siempre va a lograr aquello que se ha propuesto. Pero al menos aquí fueron restaurados dos pilares – la justificación por la fe y el sacerdocio de todos los creyentes.

Otra vez les digo: ver algo, es una cosa; hacer la voluntad de Dios, es otra cosa. La visión que hemos recibido es mayor que nuestra realidad. Así fue con Martín Lutero, y así es también con cada uno de nosotros. No me digas que, porque ves tanto, ya estás en la realidad de lo que ves. No. Eso es lo que ocurrió en el siglo XVI: vemos la justificación por la fe; esta es al menos la primera fase de la restauración de Dios. No vemos aún la luna llena, pero al menos vemos un cuarto. ¡Gracias a Dios! Es un comienzo maravilloso. Si no tuviéramos aquello, hoy todavía estaríamos en oscuridad.

La adoración de la iglesia

Sin embargo, cuando hablamos de la justificación por la fe y el sacerdocio de todos los creyentes, normalmente aplicamos eso a nuestra vida individual. Pero estos dos principios también se aplican a la vida de la iglesia.

Cuando hablamos de la justificación por la fe, significa que cada uno de nosotros, por la gracia de Dios, por la sangre de nuestro Señor Jesús, está capacitado para estar en la presencia de Dios, y esto nos habla de la adoración de la iglesia. Cuando nos referimos a la vida de la iglesia, lo que hay detrás del principio de la justificación por la fe es nuestra adoración. ¿Dónde vamos a adorar? Según nuestro Señor Jesús, no era en Jerusalén ni en aquel monte de Samaria. Jesús dijo: «Nosotros adoramos lo que sabemos». Significa que aquella era una adoración falsa, correspondía a la adoración de los paganos.

Claro, los judíos conocían la adoración, sabían quién era Dios. Pero entonces, ¿por qué Jesús dijo: «…la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis…»? ¿Qué significa Jerusalén? El templo de Dios estaba allí; si tú deseas adorar, vas a Jerusalén. He allí todo aquel sistema judaico que representaba la adoración. Cuando ellos hablaban de adoración, era la adoración según el Antiguo Testamento. Tú no te atreves a acercarte y necesitas de un sacerdote que se presente a Dios en tu lugar. Sin embargo, si es la justificación por la fe, nosotros, por la preciosa sangre de nuestro Señor Jesús podemos acercarnos hasta la presencia de Dios. En el Lugar Santísimo, podemos contemplar su gloria a rostro descubierto.

El Señor dijo: «La hora viene…». Después que Jesús murió por nosotros en la cruz, él abrió un camino nuevo y vivo para ti y para mí. En cualquier momento, nosotros podemos llegar a su presencia. Jesús dijo que el Padre está buscando verdaderos adoradores. En el griego, la palabra ‘verdaderos’ no es un contraste entre verdadero y falso. Hay dos palabras que se pueden traducir como ‘verdadero’. Una se refiere a lo verdadero en contraste con lo falso. Pero en este pasaje, la palabra ‘verdadero’ es opuesta a sombra. Esto significa que en el Antiguo Testamento, aquella adoración no era nada más que sombra; sin embargo, ahora, en el Nuevo Testamento, nosotros estamos en la presencia de Dios, y esa es la verdadera adoración. La Biblia dice: «…adorarán en espíritu y en verdad».

Pablo dice: «Vosotros sois el templo de Dios». Hablando exteriormente, nosotros tenemos un cuerpo, así como el patio exterior; nuestra alma se compara con el Lugar Santo, y nuestro espíritu es el Lugar Santísimo. Así, cuando adoramos a Dios en el espíritu, significa que ya estamos en el Lugar Santísimo. ¿Qué es eso? ¡La justificación por la fe y el sacerdocio de todos los creyentes! Esa es la adoración según el Nuevo Testamento.

La adoración según el Antiguo Testamento es caracterizada por el judaísmo; la adoración del Nuevo Testamento caracteriza a la iglesia. Así, la justificación por la fe, por una parte, se aplica a los individuos, y por otro lado, a la iglesia en general.

He olvidado decir algo que ocurrió en el siglo XVII. Normalmente, la gente necesitaba una catedral que les ayudara a entrar en la presencia de Dios. Pero, gracias a Dios, en el siglo XVII, Dios levantó a un hombre llamado George Fox y con él a otros hermanos llamados los ‘cuáqueros’. Ellos vieron algo, vieron una luz interior. El Señor dijo: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida».

Ahora, la luz de la vida es una luz interior, y representa la vida del Espíritu Santo. El Espíritu Santo habita en nuestro espíritu. Entonces, cuando adoramos a Dios, no es necesario un gran edificio ni un programa de adoración. El Señor ya dio luz para perfeccionarlo todo. Martín Lutero fue el pionero, él puso el cimiento, aunque no haya establecido todo en su plenitud. Su visión fue mayor que su práctica.

Pero gracias a Dios que levantó a los cuáqueros. Aunque ellos hayan ido a algunos extremos, aun así, tenemos que recordar este punto muy importante que Dios nos quiere enseñar a través de ellos. Cuando se trasladaron a Boston, los puritanos les persiguieron, les cortaron las orejas, les arrancaron los ojos. Sin embargo, siguieron avanzando. Gracias a Dios, hoy día nosotros vemos lo que ellos vieron en los siglos XVI y XVII.

Zinzendorf y la santificación por la fe

Cuando llegamos al siglo XVIII más la primera mitad del siglo XIX, se pueden mencionar tres nombres: Zinzendorf, John Wesley y John Nelson Darby. También podemos agregar a George Fox. En el segundo período del que estamos hablando, vemos que Dios levantó otro grupo de personas, y ellos deseaban seguir adelante.

¿Quién era Zinzendorf? Era un noble alemán, como aquel joven rico de la Biblia. Aquel joven tenía muchas riquezas, pero cuando Jesús le dijo «Sígueme», él dijo «No». Sin embargo, aquí tenemos otro joven rico, y éste le dijo «Sí» a su Maestro. El Señor realmente lo usó para hacer una obra de restauración, para llevar a la iglesia desde el cuarto de la luna hasta la luna media. Damos gracias a Dios por él.

Uno de los teólogos liberales más famosos, llamado Karl Barth (1886-1968), hizo un importante comentario sobre Zinzendorf. Este comentario es muy interesante, porque no pertenece al círculo evangélico. Él dijo: «Probablemente, Zinzendorf es el único cristocéntrico genuino de la edad moderna». Zinzendorf tenía un lema: «Tengo una pasión, y es Jesús, sólo Jesús». Al estudiar su historia, sin duda, él era un hombre centrado en Cristo Jesús.

Otro escritor hizo un comentario muy interesante: «Zinzendorf fue Martín Lutero vuelto a la vida». Recuerden que Lutero tenía el sueño de una iglesia verdadera dentro de la iglesia visible. ¿Quién hizo posible ese sueño? En tiempos de Zinzendorf, hubo un gran reavivamiento en Alemania, y las personas involucradas en ello fueron llamados ‘pietistas’. Se reunían en una casa, estudiaban la Biblia, oraban juntos y tenían una comunión maravillosa. Los pietistas nunca intentaron formar una iglesia distinta de la Iglesia Luterana. Hoy se habla sobre iglesias de células. ¿Quiénes fueron los primeros en practicar esto de la iglesia por células? Los pietistas.

Cuando las personas iban a la iglesia, se sentaban, oían el mensaje, cantaban un himno, oraban, y se iban a casa. Todo era pasivo. Sólo uno o dos miembros eran activos. La iglesia, ¿era el cuerpo de Cristo? En teoría, sí. Pero, en la realidad, ¿dónde estaba el cuerpo? Ellos conocían la teoría de la justificación por la fe, pero no actuaban de acuerdo con esa verdad.

Sin embargo, los pietistas eran distintos, y a causa de que realmente creían en la justificación por la fe, ellos llegaban a la presencia del Señor, estudiaban la Biblia, oraban juntos y tenían una comunión maravillosa con Cristo. Ellos absorbían la energía y la gracia de aquella comunión, y tenían la fuerza para vivir una vida santa, una vida de separación del mundo. Por sí mismos, ellos nunca podrían vivir una vida santa. Sin embargo, porque estaban en una nueva posición en la presencia de Dios, eran fortalecidos, y de esta comunión recibían poder para vivir una vida maravillosa y santa.

Zinzendorf fue Lutero vuelto a la vida; esto es verdad en cuanto al pietismo. Hubo un gran reavivamiento en la Iglesia Luterana, y aun más, aquella maravillosa comunión no sólo estaba integrada por luteranos, sino que también por otras secciones de la iglesia. Ellos nunca dijeron «Nosotros somos luteranos, y ustedes no lo son», sino «Sólo somos hermanos». Había una maravillosa comunión donde se manifestaba el amor del cuerpo de Cristo; no es de sorprender que ellos tuviesen vida. Ahora no sólo tenemos la justificación por la fe, sino también la santificación por la fe.

Los hermanos Wesley

Un día, John Wesley viajó a los Estados Unidos como misionero, y hubo una tempestad en el mar. Él tenía mucho temor, pero había veintiséis hermanos y hermanas alemanes en la cabina inferior de la nave. Eran hermanos moravos, que se reunían con Zinzendorf. Wesley descubrió que, aunque él era un gran hombre de iglesia, aquellas personas tenían algo que él no poseía. Aquello le impresionó tanto que, a su regreso a Londres, él encontró salvación en el salón de reunión de los hermanos moravos.

Cuando John y Charles Wesley fueron salvados, el Señor los usó para encender el fuego del avivamiento en Inglaterra. La influencia de este movimiento, que fue llamado ‘Movimiento de santidad’, fue muy grande. Cuando vieron la luz, desearon vivir una vida santa, y a causa de su testimonio, toda Inglaterra cambió. De otro modo, a Inglaterra le habría sucedido lo mismo que pasó con Francia. Allá hubo una revolución sangrienta. ¿Por qué no hubo algo similar en Inglaterra? Porque Dios usó a John y Charles Wesley para traer aquel gran avivamiento.

Entonces, el testimonio de la iglesia fue muy brillante, casi como los tres cuartos de la luna. Toda Inglaterra fue conmovida. Y no sólo eso. La influencia del movimiento de santidad fue tan grande, que de allí surgió el movimiento pentecostal y el Ejército de Salvación. Eso es la santificación por la fe. Gracias a Dios, aunque hubo algunos excesos con los cuales no concordamos, de alguna forma vemos que es evidente que en los siglos XVIII y XIX, el Señor hizo una obra maravillosa.

La santificación por la fe se aplica a los individuos. Sin embargo, si uno persevera en la palabra de vida, los problemas de la iglesia también serán resueltos. Seguir la santidad significa buscar ser liberado del poder del pecado. Entonces, no permaneces en el pecado, y puedes vivir una vida victoriosa. La vida santa es una vida de separación. Esta es la santificación por la fe.

Lo mismo se aplica a la iglesia. Cuando ella está secularizada y se vuelve parte del mundo, sucede lo que vemos en 1ª Corintios. Algunos hermanos decían: «Yo soy de Apolos», otros: «Yo soy de Pablo», y otros: «Yo soy de Cefas». ¿Qué dijo Pablo acerca de eso? «Sois carnales». Y no sólo eso. «No sólo sois carnales, sino que ese es el modelo de este mundo: división tras división». Ese es el modelo del mundo. En el mundo griego, algunos eran partidarios de Platón, otros de Aristóteles. Estaban divididos. Sin embargo, Pablo les dijo: «¿Cómo es posible que el mundo tenga entrada en vosotros?».

John Darby

¿Qué es la iglesia? La iglesia es celestial, por tanto, debe estar separada del mundo. Si estamos en la carne, si somos mundanos, la consecuencia es división tras división. En la época de Darby, el cuerpo de Cristo estaba dividido. Gracias a Dios por Darby. Por una parte, él vio que la iglesia es celestial, y también vio que la iglesia es santa, y que no tiene nada que ver con el mal. Separación del mundo y separación del mal. Entonces se puede preservar la iglesia santa y unida.

Dividir la iglesia es dividir el cuerpo de Cristo. Eso es pecado, es un pecado corporativo. Si uno bebe vino, hiere su cuerpo, y eso es pecado. Sin embargo, si alguien divide el cuerpo de Cristo, es pecado corporativo. ¿Cómo podemos ser libres del sectarismo? El único camino es separarnos del mal y reconocer que estar divididos es un pecado. Si vivimos una vida santa, tenemos que permitir que la obra de la cruz trate con nuestro pecado. Ese es el camino para la unidad, para mantener la iglesia santa.

En el tiempo de John Nelson Darby, él aplicó el mismo principio a la vida de la iglesia, y encontró el camino por el cual la iglesia podía reunirse con sencillez, en unidad y también en santidad. Sin embargo, otra vez hubo extremos allí, porque ellos enfatizaron el principio de separación más que el principio de unión.

Nosotros somos el cuerpo de Cristo; todos nosotros somos de Cristo. Ese es el principio de unidad. Nadie puede separarnos. Nosotros debemos aceptar a aquellos a quienes Cristo ya ha aceptado. Sin embargo, ellos insistieron en el principio de separación más que en el principio de unión. Cuando vieron que algunos estaban en las denominaciones, les dijeron: «Ustedes están asociados con el mal; por tanto, no tenemos nada que ver con ustedes, no tenemos comunión con ustedes». Ellos querían mantener la iglesia pura, y así nació el exclusivismo. Dejaron fuera a aquellos a quienes Jesucristo había recibido. Eso es una tragedia.

Supongamos que mi familia vive en una condición de mucha pobreza, y supongamos que mi hija es muy dulce, y que hay un parásito en el cabello de mi hija. Mi esposa ama a mi hija. Eso no significa que ella ama a ese insecto; ella aborrece a aquel insecto y va a tratar con él, aunque ama a su hija. Dios aborrece el pecado, sin embargo, él ama al pecador. Entonces, hermanos, si insistimos en el principio de separación, podremos mantener la iglesia pura, pero la iglesia se hará cada vez más y más pequeña. La iglesia tiene que abrazar a todos los cristianos que han nacido de nuevo.

Glorificación por la fe

En aquellos ciento cincuenta años, tenemos la santificación por la fe. Finalmente, desde la segunda mitad del siglo XIX hasta el tiempo presente, descubrimos que el Espíritu Santo ha avanzado un paso más. Desde la fase de un cuarto, a la mitad de la luna, y ahora él quiere que lleguemos a tres cuartos de la luna. Ha sido restaurada la justificación por la fe, y luego la santificación por la fe.

Sin embargo, el Espíritu Santo quiere avanzar en su obra, y esta es la glorificación por la fe. Eso significa que el Señor regresará muy pronto. Entonces, nosotros estaremos maduros, porque muchos hijos serán manifestados. Cuando ellos brillan, brillan como hijos que están siendo transformados en la imagen de Cristo. Esta filiación y el reinado, significan ser transformados a la imagen de Cristo. Y vemos que el Espíritu Santo realmente ha restaurado estas verdades en los últimos doscientos cincuenta años.

Govett y la «verdad del reino»

Ahora, cuando hablamos acerca de esto, debemos mencionar tres nombres. Antes de esto, debemos mencionar a Robert Govett (1813-1901). Su ministerio ha sido muy reconocido en la segunda mitad del siglo XIX.

Cuando llegamos a la época de Darby, no sólo vimos la justificación y la santificación por la fe, sino que la palabra de verdad había llegado a tal punto, que estaba casi totalmente plena. Sin embargo, había dos sistemas teológicos: la Teología Reformada y la Teología Dispensacional. Y fue Darby quien realmente nos dio entendimiento. Es evidente que la Teología Reformada vino de Juan Calvino. Las dos están basadas en la palabra de Dios; pero, de alguna manera, ellas eran irreconciliables. Todos creían en la Biblia, la palabra inspirada por Dios mismo. Ahora, si eso es verdad, esas teologías deberían coincidir. ¿Cómo ellos no pueden ver […]? ¿Qué significa eso? ¿Por qué ambas no se pueden reconciliar una con otra? Nosotros creemos en toda la Biblia, no seguimos un sistema de enseñanza.

Entonces, apareció Robert Govett. El Señor realmente lo usó. Ahora, de alguna manera, al abrir la palabra de Dios, vemos que en la Biblia no sólo hay espacio para la Teología Reformada, sino también para la Teología Dispensacional. Y si ponemos todas las cosas de la Biblia juntas, veremos una gloriosa verdad llamada ‘verdad del reino’. Recuerden, si realmente conocemos el reino, todo lo que era contradictorio será armónico.

Indudablemente, Govett es uno de los grandes siervos de Dios, levantado por Dios mismo. Spurgeon hizo el siguiente comentario sobre él: «El señor Govett escribió cien años antes de su propio tiempo, y llegará el día en que sus obras serán atesoradas como oro refinado». La profecía de Spurgeon se cumplió. Hoy, conseguir el libro de Govett sobre Apocalipsis, es casi imposible. En los Estados Unidos hay sólo cien copias, y cada una vale cien dólares. Son dos volúmenes, cada uno de ellos más voluminoso que la Biblia.

El libro que Govett escribió sobre Apocalipsis es probablemente el mejor. El Dr. Wilbur Smith, profesor de la Escuela Fuller de Teología (USA), dijo: «Una de las obras más profundas sobre Apocalipsis que conozco es el libro de Robert Govett. Mi propia opinión es que él trae a su interpretación un conocimiento más completo de las Escrituras en relación al Apocalipsis que cualquier otro escritor de su generación».

Cuando el hermano Watchman Nee hizo una exposición sobre Apocalipsis en la ciudad de Shangai, el hermano Stephen Kaung quería editar ese mensaje y publicarlo en forma de libro. Pero el hermano Nee dijo: «No es necesario hacer eso; simplemente compren el libro de Robert Govett sobre Apocalipsis».

Otro comentario acerca de Govett: «Pocos hombres podrían compararse con él en originalidad de pensamiento. Él también poseía una mente muy ordenada y disciplinada, y podía trazar un tema a través de la Escritura con una lógica sin errores» (Dr. Cyril J. Barber).

Finalmente, tengo que mencionar lo que dijo un profesor de la Universidad de Cambridge (R. E. D. Clark, The New International Dictionary of the Christian Church): «Sus escritos son extensos, de calidad variada, a menudo marcados por un alto nivel de erudición, un enfoque magníficamente lógico, una originalidad extraordinaria y una completa fidelidad a la revelación bíblica». Y ahora, oigan cuidadosamente su veredicto final: «Lejos, Govett es el mejor teólogo». En otras palabras, Govett fue el mejor teólogo sistemático. Gracias a Dios por este vaso.

Por obra del Espíritu Santo, este hermano pudo regresar a la palabra de Dios. Por una parte, él abrazó la Teología Reformada, y por otra, aceptó la Teología Dispensacionalista. Sin embargo, en la Biblia, no hay contradicción. ¿Cómo es posible eso? Una verdad gloriosa salió de ese estudio. Por medio de Govett, la iglesia descubrió una verdad que estaba perdida. En la fase de la luna llena, en el tiempo de Pablo, esa verdad estaba allí, y luego se perdió. Pero es muy importante, porque este reino tiene que ver con nuestra madurez, nuestra filiación y nuestra realeza. Gracias a Dios, que usó al hermano Govett para ayudarnos a entender la glorificación por la fe.

Convención de Keswick

En la última parte del siglo XIX, en Inglaterra, el Señor usó una importante Convención o Conferencia, la Conferencia de Keswick. Aquellos hermanos y hermanas tenían una carga acerca de una vida más profunda, ellos deseaban crecer hasta la madurez. No sólo vivir una vida santa, sino ser transformados a la imagen de Cristo.

T. Austin-Sparks y Watchman Nee

Y más que eso, a comienzo del siglo XX, en Inglaterra, el Señor levantó a otro siervo de Dios, Theodore Austin-Sparks, considerado probablemente el hombre más espiritual y más centrado en Cristo en estos veinte siglos. Cualquiera que conoce sus escritos no tiene dudas acerca de ello. El hermano Watchman Nee lo consideraba su mentor espiritual. Él hizo un comentario a sus co-obreros, diciendo que había sido influenciado por dos personas que en aquella época aún estaban con vida. Una es la hermana Margaret Barber. Él dijo: «Si ella aún estuviera con vida, entonces la iglesia no sería lo mismo hoy». Y luego él dijo: «Cuando viajé a Europa, encontré a alguien que realmente me hizo recordar a la hermana Barber, y él es T. Austin-Sparks».

T. Austin-Sparks ha sido considerado como un profeta del siglo XX. No sólo A. W. Tozer es considerado un profeta, sino también T. Austin-Sparks. Al estudiar sus escritos, descubrimos algo muy fantástico. Cuando estudiamos teología sistemática vamos a descubrir que es algo lógico, sistemático; sin embargo es por tópicos. Tenemos la Teología propiamente tal, acerca de Dios mismo; la Cristología, acerca de Cristo; la Pneumatología, sobre el Espíritu Santo. Así es la teología sistemática.

Cuando Dios levantó a T. Austin-Sparks, él conocía muy bien la teología sistemática. Sin embargo, detrás de todos esos variados tópicos, hay algo que será una línea de plata, capaz de conectar y de unificarlos todos en torno a un pensamiento central. Ese es uno de sus maravillosos descubrimientos. Ningún otro teólogo sistemático pudo hacer eso. Su descubrimiento es la voluntad eterna de Dios. A causa de eso, nosotros no sólo conocemos la voluntad de Dios en plural, sino la voluntad de Dios en singular, de tal manera que ya no vemos la Biblia desde el punto de vista terrenal, sino desde el punto de vista celestial.

La revelación de Austin-Sparks es muy grande. A veces, puede ser muy abstracta. ¿Quién la trajo a un nivel más sencillo? El ministerio de Watchman Nee, que habló acerca de la iglesia como el cuerpo de Cristo. Sin duda, Austin-Sparks tuvo la visión sobre la epístola a los Efesios – la iglesia es el cuerpo de Cristo, la plenitud. Es claro, esa es la iglesia universal. Sin embargo, el énfasis de Watchman Nee está en el capítulo 12 de 1ª Corintios: «Vosotros sois el cuerpo de Cristo». «Ustedes, que están reunidos en Corinto, son el cuerpo de Cristo».

Gracias a Dios, en el siglo XX, el Señor levantó a alguien como Austin-Sparks, y asimismo a alguien como Watchman Nee. Su lógica, su mente, es casi igual que el pensamiento de Robert Govett. Sin embargo, por otra parte, su visión tan profunda fue influenciada por Austin-Sparks.

D. L. Moody dijo: «Si tú quieres darles un queque a los niños, no lo pongas tan alto que ellos no puedan alcanzarlo; ni lo pongas tan bajo que les sea demasiado fácil tomarlo. Tiene que estar a la altura exacta». Watchman Nee tenía ese don. Él era capaz de poner la palabra de Dios en tal punto que se tornaba muy real, muy práctica.

Ustedes conocen su libro «La Vida Cristiana Normal». Desde el punto de vista teológico, este libro cubre la teoría de la salvación. Sin embargo, ¿por qué este libro se transformó en un clásico? Porque él puso algo tan difícil de entender como si hablase a los campesinos y a los sastres en China.

La restauración del testimonio

Entonces, en los últimos 150 años, a través de los ministerios de Robert Govett, T. Austin-Sparks y Watchman Nee, y las Conferencias de Keswick, nuestros ojos fueron abiertos. Ahora empezamos a ver no sólo la justificación por la fe, la santificación por la fe, sino también la glorificación por la fe. Vamos siendo transformados a la imagen de Cristo.

Dios está obrando hacia la luna llena. No digo que ya hayamos llegado a aquella fase, pero hemos visto cómo el Señor ha obrado en los últimos seiscientos años. En los siglos XVI y XVII, la justificación por la fe. Luego, en los siglos XVIII y XIX, la santificación por la fe. Y en los siglos XIX, XX y XXI, la glorificación por la fe. Cuando reunimos todo esto, vemos que la palabra de vida está siendo maravillosamente restaurada.

Ahora, sólo el Espíritu Santo puede conducirnos hacia la realidad, puede ayudarnos a crecer y hacerlo real en nuestras vidas. De esta forma, antes del regreso del Señor, él se presentará a sí mismo una iglesia gloriosa, una iglesia que no tiene gloria en sí misma. Pero cuando ella contempla a su Maestro, absorbiendo su gloria, entonces es transformada a su semejanza, de gloria en gloria.

Por la gracia de Dios, nosotros resplandeceremos como la luna en el universo, asidos de la palabra de vida. Y Pablo se regocijará en el día de Cristo, de no haber corrido en vano o trabajado en vano. Esta es la restauración del testimonio del Señor. Que el Señor hable a nuestros corazones.

Resumen de un mensaje impartido en la 2ª Conferencia Internacional, Santiago de Chile, Septiembre 2005.