Una enseñanza práctica acerca del servicio de los miembros, dirigida a los hermanos que tienen responsabilidad en la obra y en las iglesias.
Ustedes tienen que laborar hasta que llegue el día en que todos los hermanos y hermanas se presenten para servir, el día en que todos los santos participen, todos sirvan a Dios, y cada uno sea un sacerdote. Entonces verdaderamente verán ustedes lo que es la iglesia.
Yo no sé si ustedes han visto este camino o no. Ustedes tienen que entenderlo. Todo depende de ustedes. Ustedes mismos deben darse a un cierto número de personas, y ellos a su vez deben darse a todos los hermanos y hermanas. Si ustedes no pueden hacer que todos los hermanos y hermanas se levanten para servir a Dios y para tomar la responsabilidad en los asuntos de la iglesia, ustedes habrán fracasado totalmente, debido a que eso no sería la iglesia.
Ustedes necesitan mostrarles a los ancianos que no importa cuánto se esfuercen, ellos son muy pocos para poder manejar los asuntos de la iglesia adecuadamente. Ellos solamente son sobreveedores y no deben tratar de hacer todo solos. Ellos no deben reemplazar a la iglesia haciéndolo todo; más bien, deben supervisar a la iglesia para que todo se haga. No es una cuestión de que lo hagan ellos mismos, sino de supervisar, observar, alentar, y enseñarles a hacerlo, y hacer que todos en la iglesia participen. En ese momento ustedes tienen la realidad de la iglesia.
Permítaseme decir algo que he dicho por muchos años. Hoy día tengo un sentir particularmente profundo al respecto. El número de personas que sirven determina el número de personas en la iglesia. De ahí que no debe haber mil o cinco mil hermanos en una localidad y solamente unos cuantos sirviendo. En un lugar, la cantidad de personas que prestan servicio es la cantidad de personas en la iglesia. El número de sacerdotes determina el pueblo de Dios. No debemos tolerar que ningún miembro carezca de función. Por favor, recuerde que usted, como miembro del cuerpo de Cristo, tiene una función. Si no entiende este principio básico, no hará un buen trabajo.
Hermanos y hermanas, hablando con franqueza, ustedes como obreros y colaboradores, no pueden hacer la obra. Eso no es el Nuevo Testamento, sino un sistema de sacerdotes. Nosotros no tenemos un sistema de sacerdotes, más bien, somos un cuerpo de sacerdotes. Cada uno es un sacerdote.
Los de un talento deben servir
Ustedes tienen el hábito natural de usar solamente a los que tienen dos talentos. La historia de la iglesia siempre ha sido así. Los que tienen cinco talentos pueden avanzar por sí solos; no hay necesidad de cuidarlos. Pero a los de un solo talento es muy difícil ayudarles. Una palabra o dos, y ellos entierran su talento de nuevo. Los de dos talentos, son los más disponibles. Tienen cierta habilidad, ellos pueden hacer las cosas bien, y no entierran sus talentos. Pero si ustedes solamente pueden usar a los de dos talentos, y no pueden usar a los de un talento, han fracasado totalmente.
He dicho esto en Foochow, lo he dicho también en Shangai, y lo diré de nuevo hoy. ¿Qué es la iglesia? La iglesia es todos los de un talento que vienen a participar en el servicio de la iglesia, en la parte práctica y en la parte espiritual. No puede usted menear la cabeza y decir: «Este es inútil», y «Aquél es inútil». Si usted dice que éste es inútil y que aquél es inútil, la iglesia está acabada y usted ha fracasado totalmente. Si usted piensa que él es inútil, él verdaderamente será inútil. Usted puede decirle que de acuerdo a sí mismo, él por supuesto es inútil, pero que el Señor le ha dado un talento y desea que todos los de un talento salgan y negocien. El Señor puede usarlos. Si usted no puede usar a los de un talento, eso prueba que delante del Señor usted no puede ser un hermano con responsabilidad. Usted tiene que usar a todos los hermanos y hermanas que son «inútiles». Este es el trabajo de los hermanos que están en la obra. No deben usar solamente a los hermanos y hermanas útiles, sino que también deben hacer que todos los hermanos y hermanas inútiles sean útiles.
El principio básico es que el Señor no le ha dado a nadie menos de un talento. En la casa del Señor, no hay ni un solo siervo que no tenga un don; cada uno tiene al menos un talento y no puede tener menos de un talento. Nadie puede excusarse diciendo que el Señor no le ha dado un talento. Quisiera que ustedes se dieran cuenta de que todos los hijos de Dios son siervos delante de él. Si son hijos, son siervos. En otras palabras, si son miembros, tienen un don; si son miembros, son ministros. Si pensamos que hay alguien a quien el Señor no puede usar, no conocemos nada de la gracia de Dios en absoluto. Debemos conocer la gracia de Dios tan profundamente que cuando Dios llame a alguien su siervo, nunca nos levantemos a decir que no lo es. Hoy día, si usted escogiese, tal vez seleccionaría a tres o cuatro de toda la iglesia. Pero Dios dice que todos son siervos. Ya que Dios dice esto, debemos dejarlos que sirvan.
Hermanos y hermanas, de ahora en adelante, si proseguimos en nuestra obra o no, y si esta obra tiene éxito o no, depende de lo que podemos decir hoy día de nuestra obra delante del Señor. ¿Hay solamente algunos trabajando? ¿Hay sólo algunos especialmente dotados haciendo la obra? ¿O todos los siervos del Señor participan en el servicio y toda la iglesia está sirviendo? Este es todo el problema. Si este problema no puede ser resuelto, no tenemos nada.
El cuerpo de Cristo no es una doctrina, sino algo viviente. Todos debemos aprender esto: solamente cuando todos los miembros funcionan, tenemos el cuerpo de Cristo. Sólo cuando todos los miembros funcionan, se tiene la iglesia.
Predicar el cuerpo de Cristo solamente es inútil; debemos dejar que el cuerpo trabaje y exprese sus funciones. Ya que es el cuerpo de Cristo, no debemos temer que le falten funciones. El Señor desea que cada miembro en cada localidad se levante y sirva.
Si tengo razón, de acuerdo a mi discernimiento, es posible que la hora haya llegado. Las cartas que he recibido de diferentes lugares y las noticias que he oído de todas partes indican que hoy en todas partes todos los santos están listos para presentarse a servir. Dios ha ido delante de nosotros; nosotros debemos seguirlo.
Es mi deseo que ni siquiera un hermano entre nosotros salga y en vez de guiar a los hermanos y hermanas a servir, los reemplace, siendo así un fracaso. Espero que cuando vaya usted a cierto lugar, al comienzo guíe a ocho o diez a que sirvan, y después de cierto tiempo ellos guiarán a sesenta, a ochenta, o a cien a que sirvan allí. Entonces en la siguiente visita que usted haga, tal vez vea mil o dos mil personas sirviendo. Esto es lo correcto. Si usted tiene que usar a los de cinco talentos reprimiendo a los de un talento, usted no es siervo del Señor. Usted debe hacer que todos los de cinco talentos se levanten y sirvan, y que todos los de dos talentos se levanten y sirvan, y también deben hacer que todos los de un talento se levanten y sirvan. Debe hacer que se levanten y sirvan también aquellos que usted piensan que no son útiles. Así aparecerá la iglesia gloriosa.
En Foochow preferiría ver a todos los sencillos pueblerinos sirviendo, que a tres o cinco hermanos sobresalientes predicando. No admiro a aquellos que sobresalen. Me gustan los de un talento. El Señor podría darnos, en su gracia, más Pablos y más Pedros, pero no lo ha hecho. El mundo entero está lleno de hermanos y hermanas de un talento. ¿Qué haremos con esta gente? ¿Dónde los vamos a poner?
En este entrenamiento aquí en la montaña, si Dios trata verdaderamente con nuestro yo y con nuestro trabajo hasta tal punto que salgamos a proveer una manera para que todos los de un talento sirvan, por primera vez la iglesia comenzará a ver lo que es el amor fraternal, y Filadelfia aparecerá.
El servicio sacerdotal
Primeramente, debemos establecer el principio de que todos los hijos de Dios son sacerdotes que deben servir a Dios. Teniendo presente este principio, veamos cómo podemos guiar a todos los hermanos y hermanas a ser sacerdotes en una iglesia local.
En otras palabras, veamos qué clase de arreglos debemos hacer en el trabajo espiritual a fin de que todos los creyentes puedan participar en las cosas espirituales, tanto los nuevos creyentes como los que han conocido al Señor por muchos años. Necesitamos ver cuáles cosas espirituales en una iglesia local pueden ser atendidas por los hermanos y hermanas.
Lo primero, es la predicación del evangelio. Lo segundo, visitar a los nuevos creyentes trayéndoles por el camino recto y mostrándoles cómo ser cristianos. Lo tercero, en la iglesia hay muchas otras necesidades. Algunos creyentes tienen dificultades en sus familias; algunos tienen enfermedades; otros sufren pobreza; otros tienen muertes u otros acontecimientos en sus familias. Esta gente también necesita el servicio y la ayuda de la iglesia. Podemos calificar tales servicios como visitas a los que están en situaciones especiales. Esta es otra cosa que pueden hacer todos los hermanos y hermanas. El cuarto asunto es el cuidado de los hermanos que se han mudado lejos, y de los que han llegado de otro lugar.
En la Biblia, la iglesia es una iglesia que predica el evangelio, una iglesia que visita a la gente, y una iglesia que cuida de otros. Es el cuerpo de Cristo en una localidad. En el cuerpo de Cristo no hay miembros inactivos Si algún día pudiera haber un grupo de hermanos o incluso una iglesia entera, en la que todos sirven, todos cuidan de las cosas espirituales adecuadamente, todos toman responsabilidad, y todos están ocupados, entonces eso sería el verdadero cuerpo de Cristo.
Si hay una iglesia local con dos mil hermanos y hermanas, y solamente quinientos sirven, mientras mil quinientos no lo hacen, debería parecernos algo extraño. Si hay quinientos hermanos y hermanas, deben ser, entonces, quinientos los que sirven; de otra manera, los hermanos más responsables no podrán sobrellevar la carga.
El servicio levítico
Hay también otra área de servicio, el servicio levítico, que se refiere al servicio de los asuntos prácticos. En el Antiguo Testamento, los levitas lavaban los becerros, derramaban la sangre, llevaban fuera el estiércol, ayudaban a desollar las ofrendas y también transportaban los enseres del tabernáculo. Todas estas cosas son el servicio levítico.
Sin importar qué clase de asunto sea, todos deben poner las manos en ello. Hay muchas cosas que podemos considerar delante del Señor: el trabajo de la limpieza; el arreglo del salón y el trabajo de acomodar; la necesidad de encargarse del partimiento del pan y de los bautismos; dar a los pobres entre los incrédulos; cuidar de los pobres que hay en la iglesia; la recepción y envío de hermanos; la contabilidad; el servicio de cocina; la oficina del servicio; el servicio de transporte; el trabajo de oficina; la ayuda a los hermanas pobres en sus quehaceres domésticos.
Yo siempre espero que cada hermano y hermana tome carga por los asuntos prácticos. Nunca permita que exista una situación donde algunos tengan qué hacer mientras que otros no estén haciendo nada. El servicio de la iglesia siempre es para todos.
Hay que tratar con la carne de los de un talento sin prescindir de ellos
Si el Señor puede realmente abrirse paso en nuestro medio, el camino que hemos tomado en los últimos diez, veinte o treinta años será completamente cambiado. El punto de vista de ustedes no puede ser el mismo de antes; tiene que ser quebrantado y aplastado.
Primeramente, no deben ustedes usar a un hermano solamente porque es útil ni dejarlo fuera si no lo es. En la iglesia ningún miembro debería ser dejado fuera. Esta no es la manera que usa el Señor. Hoy día, si el Señor ha de recuperar su testimonio, él debe hacer que todos los miembros de un talento se levanten.
Todos los que pertenecen al Señor son los miembros del cuerpo. Cada uno debe levantarse y debe estar en su función. Si éste es el caso, ustedes verán la iglesia. Hoy en día, mientras ustedes están aquí en la montaña, consideren cada lugar. Ustedes casi tienen que decir: ¿Dónde está la iglesia? ¿Dónde está Cristo? Parece que ni la iglesia ni el Señor están por ahí.
Cuando salgan a trabajar, nunca desprecien a los miembros de un talento, nunca los reemplacen, nunca los repriman. Tienen que confiar en ellos de todo corazón. Ustedes deben hacer que ellos trabajen. Si Dios tiene la seguridad de llamarlos a ser siervos, ustedes también deben tener la seguridad de llamarlos a ser siervos.
En segundo lugar, en la iglesia no tememos a las actividades carnales. Dos líneas tienen que ser establecidas en la iglesia: una es la autoridad y la otra es el don. Todos los de un talento tiene que venir y servir, trabajar y dar fruto. Ustedes tal vez pregunten: «¿Si todos los de un talento aparecen con su carne y todo, qué haremos?». Déjenme decirles que la carne debe ser tratada, y la manera de tratarla es usar la autoridad que representa a Dios.
El don y la autoridad son dos cosas completamente distintas; el don es el don y la autoridad es la autoridad. Los de un talento deben usar su don. Y con los que son carnales, ustedes deben hacer uso de la autoridad. Si un hermano permite que su carne interfiera mientras está trabajando, debe decírsele: «Hermano, eso no está bien. Usted no debe dejar que su carne interfiera». Díganle: «esa actitud es incorrecta. No permitimos que tenga esa actitud». Cuando le hablen de esa manera, al día siguiente probablemente se irá a su casa y desde entonces no hará nada más. Entonces ustedes tienen que buscarlo y decirle: «No, usted todavía tiene que hacer el trabajo». Es posible que la carne surja de nuevo, pero aun así ustedes deben dejar que haga el trabajo. Deben decirle de nuevo: «Usted debe hacer esto, pero no le permitimos que haga aquello». Siempre haga uso de la autoridad para tratar con él.
Esta es la mayor prueba. Una vez que el Señor use a los de un talento, la carne de ellos inmediatamente se inmiscuirá. La carne y «un talento» están unidos. Debemos rechazar la carne, pero tenemos que usar a los de un talento. La situación de hoy día es que nosotros enterramos la carne, ellos entierran el talento, y la iglesia se queda sin nada. ¡Esto no puede ser! Tenemos que hacer uso de la autoridad para tratar con la carne, pero también tenemos que pedirles que manifiesten su talento. Tal vez digan: «Si trabajo, no está bien, y si no lo hago, tampoco está bien. Entonces ¿qué haré?». Ustedes deben decirles: «Por supuesto, que si trabaja e introduce la carne está mal; pero si no trabaja, también está mal porque entierra el talento. El talento debe entrar, pero no la carne».
En la iglesia, si puede mantenerse la autoridad y puede incluirse las funciones de todos los miembros, verá usted una iglesia gloriosa en la tierra y el camino de la restauración será fácil. No sé cuántos días más el Señor ha puesto delante de nosotros. Creo que nuestro camino será más y más claro. Tenemos que usar todo nuestro entendimiento y todas nuestras fuerzas para que todos los hermanos y hermanas se levanten a servir. Cuando ese tiempo llegue, la iglesia será manifestada, y el Señor regresará. Que el Señor sea misericordioso y tenga gracia para con nosotros, para que hagamos lo mejor.
Extractos de un mensaje que el autor dio a obreros y colaboradores en China, en 1948.