Las profecías de nuestro Señor tocante a Israel tienen directa relación con el futuro de la Iglesia. ¿Qué es lo que Dios ha estado haciendo en los últimos años con Israel, y qué es lo que hará en los días que vienen? He aquí la tercera parte y final de este tema.
Deseamos concentrarnos en el capítulo 37 de Ezequiel. Al hacerlo, tenemos que acordarnos de las palabras de nuestro Señor: “De la higuera aprended la parábola”. Israel no es más que una sombra; la realidad es la Iglesia de Cristo, porque ella tiene que ver con la voluntad eterna de Dios.
En el versículo 17 dice: “Júntalos luego el uno con el otro, para que sean uno solo, y serán uno solo en tu mano”. Es decir, uno y otro palo serán unidos en un solo palo. Un palo representa a Judá; el otro, a Efraín. Creo que ustedes conocen muy bien la historia, cómo las doce tribus de Jacob fueron divididas en dos: el reino del sur y el reino del norte. En el sur, tenemos a Judá y Benjamín, normalmente representado en la Biblia por Judá. En el otro, las restantes diez tribus, representadas por Efraín.
Ahora bien, Dios les permitió tener dos reinos diferentes, pero él nunca les permitió tener dos centros de adoración, porque la voluntad de Dios es siempre Jerusalén. Jerusalén representa el testimonio de Dios, porque el templo de Dios está allí, y el templo representa la presencia de Dios.
En lo que concierne al llamamiento, las doce tribus eran todas iguales, incluso cuando se volvieron dos reinos. Pero Dios había dicho: “Hay solamente un centro de adoración”. Aquellos que vivían en Galilea tenían que viajar a Jerusalén; pues solamente en Jerusalén podían ofrecer sus sacrificios. Esta es la voluntad de Dios. Pero lamentablemente, por motivos políticos, ellos establecieron su propio centro de adoración. Luego, cerca del año 720 a.C., por causa del fracaso del reino del Norte, fueron llevados cautivos a la región de Padan-Aram, que es hoy un territorio entre Siria y Turquía. Cien años después, las otras dos tribus, Judá y Benjamín, fueron llevadas cautivas a Babilonia. Después de 70 años, parte de esas dos tribus regresaron a Jerusalén; sin embargo, las diez tribus nunca regresaron.
Judá y el testimonio de Dios
Cuando el pueblo de Israel reconstruyó su templo en la ciudad de Jerusalén hubo solamente contribución de dos tribus. Ahora bien, ¿por qué aquellas dos tribus tendrían que regresar? Si ellos hubieran continuado en Babilonia, podrían haber tenido un buen futuro. Pero no podían permanecer en Babilonia. De acuerdo a la profecía de Malaquías, nuestro Señor Jesús iba a entrar en el templo de Dios. Por eso, el templo de Dios tendría que ser reconstruido; la ciudad tendría que ser reconstruida, y Belén tendría que ser restaurada. Así que cuando este pueblo regresó a Jerusalén, ellos reconstruyeron el templo, reconstruyeron los muros de la ciudad, y finalmente Jesús nació en Belén. La voluntad de Dios se cumplió.
Hay algo muy interesante aquí: la restauración del testimonio de Dios descansó sobre los hombros de sólo dos tribus. Ellos eran sólo una parte del pueblo de Israel; no eran todo el pueblo de Dios. Si nosotros los comparamos con la mayor parte de los israelitas, ellos eran solamente unas pocas personas. Además de eso, la gran mayoría de esas dos tribus aún permaneció en Babilonia. No es de sorprender que la Biblia los llame ‘remanente’. Pero aunque ellos eran un remanente, el testimonio de Dios descansaba sobre sus hombros.
A las otras tribus no les importaba el testimonio de Dios. Aunque también eran el pueblo escogido de Dios –el llamamiento de nuestro Señor es irrevocable– ellos seguían viviendo sus propias vidas. Ahora bien, si a ellos les resultaba indiferente el testimonio de Dios, ¿significa que la voluntad de Dios habría de fracasar? ¿Pensamos que la voluntad de Dios se va a ver frustrada porque nosotros no estamos dispuestos? Porque a ellos no le importó tal cosa, Dios permitió que fueran llevados cautivos –y no solamente cautivos, sino también dispersados. Ser dispersados es caer bajo la mano disciplinaria de Dios. Los hijos de Dios deberían ser uno, pero si al pueblo de Dios no le importa la unidad, ellos tienen libertad para irse por su propio camino. Pero el final de ese camino es ser dispersados por todo el mundo.
Sin embargo, por causa de esas dos tribus, nosotros tenemos el templo de Dios, y la ciudad de Dios.
La suerte de las diez tribus
¿Qué ocurrió con las otras diez tribus? Desaparecieron. Nosotros no sabemos dónde están. La Biblia nos dice que los descendientes de Abraham habrían de ser como la arena a la orilla del mar y como las estrellas en el cielo. No debemos olvidar que eso se refiere a las doce tribus, a Israel en general. Pero nosotros sabemos que aquellas diez tribus fueron dispersadas. Sin embargo, de acuerdo a la promesa que tenemos aquí: “Júntalos luego el uno con el otro, para que sean uno solo, y serán uno solo en tu mano”, no solamente los judíos (es decir, los de las dos tribus) tendrían que volver, sino también las diez tribus perdidas. Antes del regreso del Señor, ya no serán más dos palos, sino uno. ¿Es eso posible, hermanos? Nosotros ni siquiera sabemos dónde están. Todo lo que sabemos, de acuerdo a la Biblia, es que se perdieron en dirección al oriente. Probablemente, ellas están en Afganistán, y en el Tibet, y aun más probablemente, en China, especialmente en la parte occidental del continente chino. Según los arqueólogos, si vamos al Tibet, descubriremos que hay dos tipos de personas allí. Unos tienen el rostro redondo, y otros tienen el rostro alargado. Los unos pertenecen a los chinos, pero los otros deberían pertenecer a las diez tribus.
Se han hecho algunos estudios que indican que, probablemente en el año 200 a.C., esas diez tribus que se perdieron llegaron a China. Como fueron perseguidos, se trasladaron al sur. Y entonces se dividieron en dos: una parte se fue hacia Vietnam y Filipinas, y desaparecieron; y la otra viajó al sur, a Birmania, e India. La mayor parte de esas personas se concentran hoy en la parte nororiental de India. Si nosotros los visitamos, veríamos que ellos siempre se llaman a sí mismos “hijos de Manasés” y que hay sinagogas allá. Muchas de sus costumbres son las del pueblo de Israel. El gobierno de Israel envió eruditos y rabinos para estudiar a esas personas; ellos tienden a creer que muy probablemente son descendientes de las diez tribus perdidas. Ahora, en los últimos diez años, más de 400 hijos de estos hijos de Manasés regresaron a su tierra. Ellos son entre 5 y 6 millones de personas; tienen apariencia de hindúes, y algunos hablan chino.
Afganistán
Pero hay una cosa aún más importante: Afganistán. Algunas veces nosotros nos preguntamos por qué hay una guerra entre Estados Unidos y Afganistán. Por supuesto, podemos descubrir por detrás algunos motivos políticos, algo que tiene que ver con el 11 de septiembre. Pero si hacemos un estudio acerca del pueblo afgano, nos enteramos de que los científicos han descubierto que viven como tribus. Hay entre 40 y 60 tribus, y los líderes de las tribus son muy poderosos. Ahora bien, si estudiamos el nombre de las tribus, sus nombres son los de las diez tribus perdidas. El nombre más importante es José. Ellos se llaman a sí mismos “hijos de José”. Claro, hoy ellos son musulmanes; pero no debemos olvidar que por causa de la situación ellos se convirtieron. Aun así, todavía tienen inconscientemente algunas costumbres antiguas.
Si visitamos Jerusalén, o si miramos televisión, vamos a ver que los rabinos o fariseos cuando estudian sus Biblias siempre balancean sus cabezas. Ahora bien, si nosotros visitamos los niños en Afganistán, aunque ellos estén estudiando el Corán, hacen el mismo movimiento. Cuando los musulmanes leen su Corán, normalmente nunca hacen ese balanceo. Si esos niños lo hacen, significa que de alguna manera ellos son descendientes de Israel.
Un director de cine judío intentó hacer una película acerca de las diez tribus perdidas. Entonces el guía turístico los condujo para que pudieran tomar muchas películas y fotos. Entonces aquel guía preguntó al director: “¿Por qué tienes interés en tomar todas esas películas y esas fotos?”. Él entonces dijo: “Porque estamos buscando las diez tribus perdidas”. Entonces aquel guía turístico lloró y dijo: “Si eso es así, yo soy tu hermano”. Él era uno de los que pertenecían a una de las diez tribus perdidas.
En sus tribus ellos tienen dos leyes diferentes. Desde el punto de vista externo, es la ley de acuerdo al Corán; pero dentro de la tribu, hay una ley que está aún más arriba que la ley del Corán. Cuando están reunidos dentro de la tribu, hablando estrictamente, aquella ley es la ley de Moisés. Muchos eruditos bíblicos tienden a creer que muy probablemente las diez tribus fueron dispersadas en aquella área.
Hay una cosa muy interesante: si uno estudia el 2º libro de Reyes, uno sabe dónde fueron llevadas cautivas las diez tribus. En verdad ellas fueron llevadas cautivas a Asiria, donde está el río Eufrates. Hay otra rama llamada “el río de arriba”. Por muchos años, las diez tribus vivieron en esa área. Tenemos el río Eufrates, y tenemos la rama de arriba del río. Y esta es exactamente el área de Padan-aram mencionada en la Biblia. Allí fue exactamente donde Abraham hizo una parada. Allí, cerca del río Habor hay dos nombres: uno es Arat, y el otro es Gozán. El río Habor, el Gozán, y el Arat.
Si uno visita Estados Unidos de América, y viene a Nueva York, tal vez se pregunte ¿por qué se llama Nueva York? La respuesta es: Porque en Inglaterra hay un lugar llamado York. Cuando los británicos se vinieron a Estados Unidos, ellos echaban de menos Inglaterra y entonces nombraron su nuevo lugar con el mismo nombre que el anterior. En Londres, tenemos un lugar llamado Richmond; en Estados Unidos también hay un Richmond. Así tenemos Nueva York, y Nueva Inglaterra. ¿Qué significa eso? Significa que ese pueblo había venido desde Inglaterra. Eso está muy claro.
Ahora bien, si usted visita Afganistán hoy, la mayoría de esas personas se reúnen en un lugar muy importante; es el lugar más peligroso en todo el mundo. Es el lugar donde hay menos ley en todo el mundo. No pertenece a Afganistán, tampoco a Pakistán. Estuvo siempre en manos de esas tribus, por 3.000 años. Nadie osó tocarlos. Alejandro Magno estuvo allá, y no supo qué hacer con ellos. El Imperio Británico los alcanzó, pero no supo qué hacer con ellos. También los rusos, pero finalmente tuvieron que retirarse. Siempre esta región estuvo bajo el control de estas tribus. Muy probablemente, pertenecen a las diez tribus perdidas. Ellos tienen el control de los lugares más importantes entre el oriente y el occidente.
Hay un pasaje cerca de una montaña, muy estrecho; sin embargo, es el pasaje más importante si uno quiere ir de oriente a occidente o de occidente a oriente. Cuando los mongoles conquistaron el mundo, ellos tuvieron que pasar por ese pasaje. Cuando Marco Polo conquistó China, él tuvo que pasar por allí. En esa área hay muchas cavernas. Cuando las diez tribus estuvieron bajo la persecución del Imperio Islámico, ellos se escondieron en las cavernas, así que es imposible conquistarlos. Ahora, nos preguntamos dónde se ha escondido Bin-Laden. Seguramente Bin-Laden está escondido en este pasaje que hay entre las montañas. ¿Cuál es el nombre de este pasaje? Nosotros hemos mencionado el Eufrates y el río Habor. Viviendo allí por muchos años, ellos finalmente se movieron hacia Afganistán. Echaron de menos su tierra; se acordaron del río Habor, de Gozán y de Arat, y entonces, inconscientemente, ellos nombraron los más importantes nuevos lugares de acuerdo a los lugares anteriores. Este pasaje se llama Kabul. Ahora, Kabul es simplemente el nombre del río Habor que está en la Biblia.
Si ese es el pasaje de Kabul, entonces tenemos que tener un Gozán. ¿Dónde está Gozán? Si leemos el diario, recordaremos que ocho cristianos fueron capturados, y finalmente fueron libertados en un lugar llamado Ghazni. Ghazni es el equivalente al lugar bíblico llamado Gozán. Entonces hay también una ciudad muy grande llamada Herat, es exactamente el nombre bíblico Arat. Eso verdaderamente nos da pruebas suficientes de que las diez tribus perdidas fueron diseminadas en aquella área. Algún día, los dos palos se van a tornar un palo solamente. Dios no solamente va a llamar a las dos tribus de Judá: en realidad Dios va a llamar también a las diez tribus perdidas.
¿Por qué hubo guerra entre Estados Unidos y Afganistán? Esta es la primera vez que Dios va a llamar de regreso a su propio pueblo, para eso Dios tenía que libertarlos de su condición original. Ellos no tenían libertad para cantar su música; incluso los niños no podían jugar con sus volantines. Ahora nosotros podemos ver que ese pueblo tiene su libertad. Esto significa que de alguna manera ellos van a tener más libertad religiosa. Nosotros no sabemos de qué manera Dios va a llamar a esas tribus perdidas.
Algunas veces nos preguntamos cómo es posible identificar si alguien pertenece a algunas de las tribus perdidas. Muy simple. Dos o tres años atrás, en Sudáfrica, había una tribu llamada ‘lamba’. Ellos decían que eran descendientes de Israel, pero los rabinos tenían una gran duda acerca de eso. Entonces vino un erudito de Londres que tomó muestras de saliva, las llevaron a Londres y las chequearon. Y de acuerdo al test de ADN resultó que ellos no solamente eran del pueblo de Israel, sino que eran también de la familia de Aarón – la familia de los sacerdotes. Pero ese es sólo el comienzo. Nosotros creemos que un día algo va a suceder. Ahora, ¿por qué esto está ocurriendo? Según la Biblia, esto es muy claro: Los dos palos van a juntarse para ser un solo palo.
El propósito del Señor es la unidad
La unidad no es sólo entre aquellos que conocen la voluntad de Dios. La unidad del pueblo de Dios no está limitada a aquellos que tienen el encargo del testimonio de Dios. La unidad tiene que abrazar a todos los hijos de Dios. Dos palos formarán un palo solamente. Hoy solamente un remanente en el pueblo de Dios tiene sus ojos abiertos. A ellos se les ha concedido el privilegio de llevar adelante el testimonio de Dios. Pero no debemos olvidar que Dios nunca quiso decir que ellos fueran algo diferente de los otros. Si nosotros verdaderamente somos vencedores, el regreso de Babilonia a Jerusalén no es sólo para las dos tribus de Judá – aunque las diez tribus no tengan un mismo corazón con el Señor. Supongamos que en Chile nosotros tengamos cien denominaciones, pero algunos verdaderamente ven la eterna voluntad de Dios, y verdaderamente regresan a Jerusalén.
De acuerdo a nuestra experiencia, en el comienzo nosotros somos puramente para Dios. No hay guerra entre nosotros y los demás hijos de Dios. Pero gradualmente, si tú estás en la bendición de Dios, los muros comienzan a ser construidos. Es una cosa triste, hermanos, que, aunque estamos por la recuperación de Dios, sin embargo, finalmente la historia se repite. Entonces se forma la denominación número 101. La victoria de esas dos tribus nunca perteneció solamente a esas dos tribus: pertenecía a todo el pueblo de Dios. Porque el propósito de Dios es éste, que finalmente el palo de Judá y el palo de Efraín sean uno. Hermanos y hermanas, ésta es la voluntad de Dios. Si verdaderamente vemos la profecía aquí, vamos a descubrir cómo Dios va a terminar la etapa final de su obra.
La recuperación del Cuerpo
En Ezequiel se nos dice que en el comienzo todos los huesos estaban desparramados. Pero entonces el Espíritu Santo trabajó a través de un terremoto, y aquellos huesos que estaban desparramados, de alguna forma se juntan, y no sólo eso, sino que algunas células vivas crecen entre los huesos. Ellos están conectados; y no solamente conectados, también tienen piel; finalmente el cuerpo es recuperado. ¿Qué significa esto? Que antes había un cuerpo vivo; sin embargo, un día ese cuerpo se enfermó, algunos de sus órganos principales fracasaron, entonces la muerte empezó en los pulmones, y luego siguió a los riñones. Y después la muerte continuó trabajando en aquel cuerpo hasta que finalmente la piel se fue. La última célula que muere es la célula entre dos huesos. Cuando esta célula muere, entonces todos los huesos están desparramados.
Cuando estudian el capítulo 37 de Ezequiel ustedes se acuerdan de la historia de la iglesia. En el día de Pentecostés hubo un cuerpo que nació en esta tierra. Este cuerpo era llamado el cuerpo de Cristo. Allí había una congregación de 120 miembros. Ahora bien, la iglesia de Cristo es diferente de la congregación de Israel en el Antiguo Testamento. La revelación del cuerpo de Cristo es algo completamente nuevo. Uno no encuentra esa revelación en el Antiguo Testamento. Solamente el odre nuevo puede contener el nuevo vino. El judaísmo no podía contener el vino nuevo. Después de la ascensión del Señor todo es nueva creación. El día de Pentecostés el Espíritu Santo bautizó a 120 individuos en un cuerpo con 120 miembros. En el Antiguo Testamento, Moisés era el líder, y el pueblo restante eran solamente seguidores. Eso se llama congregación. El cuerpo de Cristo es muy diferente. La correlación es entre todos estos miembros, y en relación directa con la Cabeza. La iglesia es el cuerpo de Cristo. Entonces somos miembros los unos de los otros.
La Biblia nunca nos dijo que nosotros somos las células del cuerpo. Una célula es la menor unidad de vida. Pero cuando la Biblia habla de nosotros, dice que somos miembros los unos de los otros. Y estos miembros, sea una mano, o sea un pie, no importa qué, esta es la menor unidad de funcionamiento, más que de vida. Cada miembro del cuerpo debe estar funcionando. Nosotros podemos hablar acerca de la vida del cuerpo, pero no necesariamente tener la realidad de la vida del cuerpo. Para saber si tenemos la vida de Cristo o no, una prueba muy clara es, ¿estamos todos funcionando? Porque si mi mano no está funcionando, entonces estoy paralizado. Esto es muy claro. Mi mano debería estar directamente relacionada con mi cabeza. Esta mano debería “oír” a mi cabeza, y también estar relacionada con otras partes de mi cuerpo, como mi brazo. Ahora, eso nunca ocurrió en el Antiguo Testamento.
Por eso, en el día de Pentecostés, el Espíritu Santo hizo algo completamente nuevo. Ellos eran una congregación de 120 personas, pero el Espíritu Santo los bautizó en uno, en un cuerpo, simplemente como miembros. Lamentablemente, si nosotros estudiamos la historia de la Iglesia mientras estuvo cautiva en Babilonia, vamos a descubrir que allí sólo uno o dos miembros de la Iglesia están funcionando, y todos los demás son simplemente seguidores. Algunos de ellos casi ni siquiera conocen sus propias Biblias. Desde que fueron bautizados, ellos sólo asisten a misa. El cuerpo ha estado paralizado.
Ahora bien, después de la Reforma ¿piensan ustedes que la situación cambió? Sí, no están más los errores de Babilonia; pero ¿piensan que el cuerpo de Cristo ha sido recuperado? Si uno estudia el capítulo 4 de Ezequiel, ve que allí hay un cuerpo. Dios le dijo a Ezequiel que se acostara sobre un lado por 390 días; y que luego se acostara sobre el otro por 40 días. Yo no puedo entrar aquí en detalles, pero ¿qué significa eso? Es muy importante para que podamos entender el capítulo 37. ¿Cuál es la situación allí? Significa que un día el cuerpo estuvo enfermo, paralizado. Piensa, hermano, si tu cuerpo se queda acostado en una sola dirección 390 días, y después en otra 40 días, ¿qué dirá tu doctor? ¿No es eso lo que ocurrió en la historia de la iglesia? Sin embargo, gracias a Dios, antes del regreso del Señor, el Espíritu Santo va a hacer una cosa totalmente diferente de cuanto los humanos podrían hacer.
Si estudiamos el capítulo 37, vemos a Dios haciendo algo que es verdaderamente imposible. Si nosotros examinamos cuidadosamente, ¿podemos imaginar? Una persona fuerte, normal, con un cuerpo sano, ahora se quedó enfermo. Los órganos principales se han muerto. Se muere la piel, luego las células entre los huesos. Ese es un muy claro proceso de deterioro. Eso es lo que vemos en este mundo. El proceso de deterioro es el proceso de muerte. De acuerdo a la ciencia, es un proceso irreversible. Nadie puede revertir eso. Uno suele ver un niño o una niña que juegan deslizándose de un lugar alto a un lugar bajo. Nunca vamos a ver a un niño o a una niña deslizándose de un lugar bajo hacia un lugar alto. Solamente cuando ponemos el video en retroceso podemos ver que el niño viene de un lugar más bajo al lugar más alto. Siempre decimos: “No llores sobre la leche derramada”. Es imposible recuperarla. Es lo que se llama un proceso irreversible. Los físicos van a decirnos que ninguno es capaz de hacer eso, que nunca vamos a ver la leche retornar hacia el vaso. Eso es posible sólo en un video, nunca en la realidad.
Ahora, antes del regreso de nuestro Señor el Espíritu Santo va a hacer algo que, de acuerdo a los hombres, es un proceso irreversible. La Iglesia está desparramada. Los huesos secos están desparramados. De acuerdo con las leyes naturales, es el fin. No hay esperanza para la Iglesia; no hay un mañana para la iglesia. Pero cuando estudiamos la profecía aquí –gracias al Señor– vemos que el Espíritu Santo va a hacer una obra de conmoción en la iglesia. Gracias al Señor, finalmente esos huesos que estaban desparramados estarán más y más cerca, las células renacerán entre los huesos, y luego la piel, hasta que el cuerpo haya sido recuperado.
La obra de Cristo nunca fracasa
Si estudiamos la historia de la Iglesia, descubriremos que verdaderamente la iglesia ha pasado por un proceso de muerte, porque estamos divididos y divididos. Nosotros hemos sido desparramados. Y ahora parece imposible revertir esto. Pero, amados hermanos, Dios es Dios de la muerte y de la resurrección. Y antes de su regreso, él va a presentarse a sí mismo una iglesia gloriosa. Y esta no es obra nuestra. Si usted lee Efesios, verá que Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella. ¿Quién hizo esa obra? Es la obra de Cristo en la cruz. No la suya, ni la mía. Después que la iglesia ha sido salva, es Cristo quien va a lavar su cuerpo con su palabra. Otra vez es la obra de Cristo. No es su obra, ni es mi obra. La Biblia es muy clara. Él lava el cuerpo con la palabra, la palabra de vida. Y se la presenta a sí misma una iglesia gloriosa, santa y sin mancha.
Nuestra obra puede fracasar, pero nunca podemos esperar que la obra de Cristo vaya a fracasar. El capítulo 5 de Efesios verdaderamente es una profecía basada en la obra de Cristo. La obra de Cristo nunca fracasa. Es por eso que fuimos salvos, por la obra de la cruz. Pero hoy, por habitar Cristo en mí y Cristo en vosotros por el Espíritu Santo, vamos madurando a través de la operación de la cruz. Somos hechos santos y sin mancha. Todo esto es su obra. Entonces, hermanos, si tenemos fe en la obra de Cristo, nosotros sabemos que la iglesia tiene un mañana. Un día, el cuerpo de Cristo será completamente recuperado.
Dos palos se tornarán un palo. Y esta unidad no solamente involucra a aquellos que han visto la luz de la iglesia. También involucra a aquellos que no tienen corazón para el Señor. El amor de Cristo va a alcanzarlos, y va a abrazarlos. Si somos fieles delante del Señor, la victoria de las dos tribus será la victoria de las doce tribus. Cuando los vencedores son fieles al Señor, y alcanzan la madurez, ¿son hechos maduros para sí mismos? No; ellos alcanzan la madurez para toda la Iglesia de Cristo. Nosotros vamos a esperar por todo el cuerpo. Así, de acuerdo a la obra de Cristo, y a las profecías, la iglesia tiene un futuro.
La oración del Señor
Todos nosotros estamos familiarizados con el capítulo 17 del evangelio de Juan. Es la oración de nuestro Señor antes de ir a la cruz. ¿Cuál era su oración? Que ellos sean uno. Más que eso. Él dijo: “Yo no oro solamente por ellos, oro también por aquellos que van a oír la palabra del evangelio, para que ellos puedan ser uno como el Padre y el Hijo son uno. Entonces el mundo conocerá que Dios ha enviado a su Hijo unigénito.” Nuestra oración a Dios a veces es como si Dios no nos escuchara. Pero, ¿pueden ustedes creer que Dios no va a escuchar la oración de su Hijo, que sabía muy bien que un día habría huesos secos desparramados por todos lados? Ahora bien, nuestro Señor es nuestro Sumo Sacerdote. Él oró por nosotros antes de la cruz, y hoy ora por nosotros después de su ascensión a los cielos. ¿Cuál es su oración? Cuando él ve huesos secos desparramados por todo lugar, él ora a su Padre: “Padre, haz que sean uno”.
Hermanos y hermanas, ¿ustedes piensan que el Padre no va a oír la oración de su amado Hijo? Nuestro Señor hizo esta oración pese a que el cuerpo de Cristo iba a ser desin-tegrado, iba ser desparramado, iba a ser un valle de huesos secos, iba a ser un caso sin esperanza. Pero ahora tenemos esperanza. Un día el Señor va a regresar, y antes de su regreso, de acuerdo a Ezequiel 37, el cuerpo de Cristo va a ser recuperado. Más que eso, el Espíritu Santo va a llenar aquel vaso. ¡Gracias al Señor! Finalmente, Dios habrá alcanzado su propósito eterno.
La última etapa de la obra de Dios
Amados hermanos y hermanas, por esa razón nosotros tenemos consuelo en nuestro trabajo. Especialmente en estos últimos días, deberíamos conocer cuál es la última etapa de la obra de Dios, para cooperar con Dios. Vamos a tener un solo corazón con Dios. Vamos a consagrarnos a Dios. Antes de su regreso, vamos a trabajar juntos para su propósito. Ahora bien, porque esta es la obra de Cristo; porque él amó a la iglesia y murió en la cruz por ella; y porque hoy la está lavando por medio de la palabra viva de Dios, la iglesia va a crecer, nosotros vamos a madurar. No solamente eso, seremos uno, como el Padre y su Hijo son uno. (¿Ve usted esa unión de vida?)
Desde el punto de vista humano, eso es imposible. Si examinamos la historia de la iglesia, vamos a decir: “¡No, no no!, es imposible; es un proceso irreversible”. Pero, hermanos, Dios es Dios de los imposibles. Él es el Dios de la resurrección. ¡Gracias al Señor! El mensaje es claro. En la historia de la iglesia nosotros encontramos algunas veces que el cuerpo está paralizado. Por esa razón debemos recordar que la diferencia entre una congregación y el cuerpo de Cristo es que la congregación tiene líderes y seguidores, en cambio el cuerpo de Cristo tiene miembros correlacionados unos con otros. Es algo mucho más cercano que una congregación. Es una nueva creación en Cristo Jesús. Antes del regreso del Señor, es preciso que estemos esperando por esto. Hermanos y hermanas, las manos humanas, la carne humana, puede dañar la obra de Dios; incluso los siervos de Dios pueden dividir el cuerpo de Cristo. Pero gracias a Dios, el Hijo de Dios nos va a bautizar en un solo cuerpo. Ahora va a ocurrir la obra de recuperación para que el cuerpo sea completamente recuperado.
A los co-obreros y líderes
Si nosotros vemos el plan de Dios, sabremos cómo cooperar con Dios. Este es el mensaje que me gustaría compartir con ustedes, los que son co-obreros y líderes en la iglesia. Hermanos y hermanas, no nos olvidemos. Ustedes no son nada más que miembros del cuerpo de Cristo. Cuando ustedes están bajo la autoridad de la cabeza, entonces Dios los va a usar como autoridad. Nadie tiene autoridad. ¿Estamos sólo buscando seguidores? ¿O nuestra obra es equipar a los santos? Cada miembro –no nos olvidemos, la Biblia nunca dice cada ‘célula’, dice ‘miembro’, que significa mano, significa pie, oído, boca–, cada hermano es importante. Si ellos no se mueven, entonces tenemos un cuerpo paralizado. Tenemos que trabajar en este propósito. Tenemos que equiparlos para que ellos puedan trabajar, para que sean perfeccionados. Si cada miembro está funcionando, todo el cuerpo estará funcionando. Entonces tendremos éxito en nuestra obra.
Hermanos y hermanas, sabemos muy bien que una madre fuerte va a producir hijos muy débiles. La madre es tan capaz que ha tomado todas las decisiones por sus hijos. Sin embargo, una madre maravillosa siempre va a intentar equipar a sus hijos, para que sepan elegir y puedan ser fuertes. Esta es nuestra visión hoy. Usted está involucrado en la obra de Dios. Usted puede ser muy capaz, usted puede ser un maravilloso organizador, pero usted es sólo un miembro del cuerpo de Cristo. No es la cabeza de la iglesia. Si vemos esto e intentamos equipar a todos los santos para que estén funcionando, entonces creceremos hermanados. Solamente Dios es capaz de hacer la obra de Dios. Gracias a Dios, Él aun nos puede usar para ayudar a los santos.
Nosotros creemos que antes del regreso del Señor, él va a hacer una obra maravillosa, no sólo en Chile, sino también en todo el mundo. Que el Señor pueda hablar a nuestros corazones.
Síntesis de un mensaje compartido en el Retiro de “Ranchillo”, Chile, en enero de 2003.