Toda la naturaleza se mueve en las manos de Dios. Tan sólo el hombre dice “No así, Señor”. Cedemos nuestras vidas a Dios, y luego las robamos otra vez, hora tras hora. Ponemos obstáculos y esperamos, y se deja que Satanás rija y reine sin trabas en su vasto dominio no conquistado. Y las vidas se van deslizando a la eternidad, muriendo como vivieron, sin Dios y sin esperanza. Si tuviéramos fe como un grano de mostaza, cuán perfectamente nos moveríamos nosotros también en el programa de Dios, obedeciendo a su voluntad, y no obedeciendo al mundo alrededor nuestro. Viviríamos como un embajador en los negocios de su rey, como un peregrino y advenedizo en tierra extraña, como un desterrado del hogar, cuyo corazón está lleno de la gloria de su patria celestial y cuya voz proclama el mensaje de su Rey.
Sofía Muller, misionera norteamericana, en Más allá de la civilización.
Hay dos días en cada semana de los que no nos debemos preocupar. Dos días que se deben guardar libres de miedo y de ansiedad. Uno de esos días es ayer. Ayer, con sus equivocaciones y pesares, sus faltas y confusiones, sus dolores y tristezas. Ayer ha pasado para siempre, y todo el dinero del mundo no podría cambiar ni una cosa que hayamos hecho, ni podemos borrar una palabra. Ayer ya pasó. El otro día sobre el que no debemos preocuparnos es mañana. Mañana, con sus posibles adversarios, sus problemas, sus grandes promesas y sus pequeños logros. Volverá a salir el sol, ya sea en esplendor o detrás de una máscara de nubes, pero subirá.
Hasta que llegue no tenemos parte en mañana, pues aún no ha nacido. Y sólo queda un día: hoy. Cualquier hombre puede pelear la batalla de un solo día. Cuando nos cargamos con esas horripilantes eternidades: ayer y mañana, entonces nos derrumbamos. No es la experiencia de hoy lo que lastima a los hombres, sino la amarga culpa, algo que sucedió ayer y el miedo de lo que traerá el mañana. Vivamos, pues, tan solo un día a la vez, y dejemos a Dios todo lo demás.
Gethsemaní Publicación, España.
¿Has tenido algo que ver con el abaratamiento del evangelio cristiano que convierte a Dios en nuestro sirviente? ¿Has permitido que la pobreza penetre en tu alma porque has estado esperando que Dios viniera con una canasta repartiendo regalos?
Siento que debemos repudiar esta gran ola moderna de buscar a Dios por sus beneficios. Cualquiera puede escribir un libro que sea un éxito de librería hoy en día, sólo basta con que le ponga un título como “Diecisiete formas de obtener cosas de Dios”.
Hay millones de personas que no parecen entender que Dios quiere brindarse a sí mismo. Él quiere entregarse junto con sus dádivas. Cualquier regalo que nos diera estaría incompleto si estuviera separado del conocimiento de Dios mismo.
Si yo orara pidiendo todos los dones espirituales, y si el Espíritu de Dios considerara apropiado dármelos, sería extremadamente peligros para mí si en esta dádiva Dios no se entregara a sí mismo.
A.W. Tozer, en Manantiales de lo alto.