Al revés

Se cuenta que luego de finalizar una campaña, el evangelista D.L. Moody envió un cable a su esposa diciendo: “Hoy, tres personas y media recibieron al Señor”. Al regresar a su casa la esposa le dijo: — ¿Así que tres adultos y un niño se convirtieron a Cristo? — No – replicó Moody – fueron tres niños y un adulto.  Es que cuando se convierte un niño, tiene toda su vida para compartir con otros su nueva vida en Cristo, en cambio, cuando se convierte un adulto, la mitad de su vida ya ha quedado atrás.

Citado por Luis Palau, en Latinoamérica y las misiones mundiales.

El que busca, halla

Un misionero muy conocido fue invitado a cenar junto con un gobernador de la India, en casa de un señor importante. Durante la conversación, el gobernador dijo:
— Usted pretende haber visto centenas de convertidos en la India. Yo llevo viviendo aquí muchos años y ¡nunca he visto ni uno!
El misionero le preguntó:
— Señor, ¿ha visto usted algún tigre en la India?
— Seguro, fui a cazar y yo mismo maté a muchos.
— Pues bien – replicó el misionero – yo nunca he visto un tigre en la India; usted vio lo que buscaba, y yo también.

Revista “Creced”

Epitafio

En el otoño de 1753, Juan Wesley cayó gravemente enfermo. Todo parecía indicar su muerte próxima. Entonces Wesley mismo se preparó el epitafio “para evitar – decía él – viles panegíricos”. El epitafio decía así: “Aquí yace el cuerpo de Juan Wesley, tizón arrebatado del fuego: murió de consunción a los 51 años de edad sin dejar a su muerte, después de pagadas sus cuentas, ni diez libras; su oración era: Dios, ten misericordia de mí, siervo inútil.”

Mateo Lelièvre: Juan Wesley, su vida y obra

La palabra precisa

Un misionero en Africa se encontró con una gran dificultad mientras trataba de traducir el Evangelio de Juan al dialecto local. Enfrentaba el problema de encontrar una palabra para comunicar la idea de creer. Se esforzaba mucho, pero siempre tenía que dejar un espacio en blanco cuando llegaba a esa palabra en particular.

Entonces un día, alguien llegó al campamento corriendo y jadeando después de haber recorrido una gran distancia con un mensaje muy importante. Cuando hubo contado su historia abruptamente, se desplomó completamente exhausto en una hamaca cercana. Dijo en voz baja una breve frase que parecía expresar tanto su gran cansancio como su contentamiento por encontrar tan exquisito lugar para relajarse.

El misionero, que nunca antes había escuchado esas palabras, preguntó a un espectador qué había dicho el que llegó corriendo.
— Oh, lo que está diciendo es: “He llegado al final de mis fuerzas, por tanto, echo todo mi peso aquí.”
El misionero exclamó:
—¡Alabado sea Dios! Esa es la misma expresión que necesito para la palabra creer.  Y así pudo terminar su traducción.

H.G.B. en Nuestro Pan Diario, Vol. V.

Estar crucificado

Según un relato del fallecido A. W. Tozer, un recién convertido se aproximó a un cristiano más antiguo y le hizo la siguiente pregunta: — ¿Qué significa estar crucificado?
— Estar crucificado implica tres cosas. Primero, el crucificado tiene los ojos siempre vueltos para una sola dirección; segundo, él no puede volver atrás; tercero, él no tiene más planes propios.

“Fé para Hoje”, Nº 13, 2001.

Erudito piadoso

Johann A. Bengel (1687-1751) fue un gran estudioso de la Biblia, bien conocido en la Historia. Con su fe firme en la plena inspiración y absoluta autoridad de la Biblia, él se sentía perplejo ante el gran número de variaciones en el texto del Nuevo Testamento, y con su humildad y perseverancia características, comenzó inmediatamente a investigar el asunto. Bengel consiguió todas las ediciones, manuscritos y traducciones a su alcance; en 1734, veintiún años después de haber sido nombrado profesor del Seminario de Denkendorf, él publicó su texto del Nuevo Testamento y un ‘Apparatus Criticus’, que se convirtió en el punto de partida de toda la crítica textual moderna del Nuevo Testamento. Esta obra crítica fue seguida por una exegética, ‘Gnomon Novi Testamenti’, que fue más tarde traducida al alemán e inglés y que permanece hasta hoy como un tesoro de interpretación.

Impresionado por su extraordinaria erudición y vida espiritual, uno de sus contemporáneos decidió ocultarse en su sala de estudios para descubrir cuál era el secreto de su espiritualidad. Lo que este huésped no convidado vio y oyó fue cómo él oraba ardiente e incesantemente. Aquel estudioso de la Biblia, lleno de la vida espiritual, después de haber escrito por algún tiempo, se levantaba y oraba: “¡Oh, Señor Jesús! ¡Entre mí y ti todavía existe íntima comunión.”

Revista “À Maturidade”, Nº 2, 1978.

Es más fácil caer

En una ocasión, una joven se encontró con C.H. Spurgeon y le preguntó si podía ser amiga de un joven incrédulo. Le dijo que su propósito era llevarlo a Cristo y hacerse su novia muy luego. Spurgeon entonces pidió a la joven que se subiese a una mesa alta. Spurgeon, ya bien avanzado en edad, dijo a la joven que tomara su mano e hiciera lo mejor que pudiese para alzarlo encima de la mesa. Ella intentó, pero naturalmente no pudo hacerlo. Entonces Spurgeon invirtió la situación y le dijo que la tiraría para abajo. Con apenas un tirón, ella cayó. Spurgeon entonces dijo: “Es fácil ser tirados para abajo, pero difícil ser tirados para arriba”. Así la pregunta de aquella joven hermana quedó resuelta.

Citada por W. Nee, en “La amistad”.

El mensaje póstumo

Watchman Nee murió a los 69 años de edad, el 30 de mayo de 1972, tras veinte años de confinamiento en cárceles y haciendas de trabajos forzados en China. Durante su confinamiento no tuvo acceso a ninguna Biblia, ni podía escribir ni recibir cartas con contenido religioso. Sus últimas breves notas enviadas a algunos familiares no hacen ninguna referencia a Dios o al Señor Jesucristo.

Sin embargo, cuando murió, su carcelero descubrió debajo de la almohada de su camarote un pedazo de papel que tenía varias líneas con palabras grandes, escritas con mano trémula. Aquel papel decía: “Cristo es el Hijo de Dios que murió para la redención de los pecadores y resucitó tres días después. Esa es la mayor verdad del universo. Muero por causa de mi fe en Cristo. Watchman Nee”.

Sus últimas notas a sus familiares fueron firmadas por su nombre íntimo de infancia Shu-tsu, pero ésta postrera declaración, tal vez la única escrita en sus veinte años de encierro en que declara la gloria de su fe no negada, llevaba el nombre con que sirvió al Señor y con el que habría de ser conocido en el mundo entero.

Adaptado de Biografía de Watchman Nee, por Witness Lee.