Desde el griego
En el número anterior, titulado la verdad y el corazón, dijimos que es a los “ojos del corazón” que se revela la Verdad. Esta vez, nos referiremos al tipo de conocimiento que proporciona la revelación. Pues bien, Las Escrituras lo denominan como un SABER (gr. Joida): “…alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que SEPÁIS (joida en griego)…” (Ef. 1:18). “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu…Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que SEPAMOS (joida en griego) lo que Dios nos ha concedido” (1 Cor. 2: 9-12).
De manera que “revelación”, “corazón”, “Espíritu” y “saber”, son términos que se relacionan entre sí. En efecto, la revelación nos permite saber la Verdad. Saber, es ser informado por el Espíritu en el “corazón” acerca de la Verdad. Este saber es por el Espíritu; es un saber espiritual. Nada tiene que ver con concientización, ni memorización, ni racionalización.
Por lo tanto, si seguimos en una concordancia griega el término joida (saber), podremos tomar conciencia de algunas verdades que debemos saber por revelación del Espíritu. Por ejemplo: Rom. 5:3; 8:28; 1Cor. 3:16; 2Cor. 5:1; 1P. 1:18; 1Jn. 5:15.
Ahora bien, saber la Verdad por revelación no equivale a conocer la Verdad (2 Jn. 1). “Conoce” la Verdad, no aquel que la sabe, sino aquel que la experimenta. Saber por el Espíritu es ver la Verdad; conocer, en cambio, es vivir la Verdad. “CONOCER” (gr. Guinosko) no indica conocimiento intelectual, sino conocimiento experimental o experiencial. Esto es lo que quiere decir la expresión “conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió…” (Gn. 4:1; también Mt. 1:25; Lc. 1:34). Saber es una cosa; conocer es otra. Es como la diferencia que hay entre saber cómo se conduce un vehículo y hacer la experiencia concreta de conducirlo. Según las Escrituras, “conoce” el que hace la experiencia de algo. En el ejemplo anterior, el que aprendió a conducir un auto en la práctica, “conoce” cómo manejar un auto.
Por lo tanto, si para saber la Verdad las palabras claves son “revelación” y “fe”; para conocer la Verdad, las palabras claves son: “comunión” y “amor”. “Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor” (1 Cor. 1:9). “…lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo” (1Jn. 1:3). “Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce (gr. Guinosko) a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios…” (1Jn. 4:7-8). “Pero si alguno ama a Dios, es conocido (gr. Guinosko) por él” (1Cor. 8:3).
En definitiva, saber es el soporte para conocer; la revelación es el fundamento para la comunión; y la fe hace posible el amor.