«Cada vez que intento acercarme a Dios, todo me sale mal»
En el universo no sólo existe el bien; también existe el mal. El bien es mayor que el mal; Dios es más poderoso que el maligno. Dios es el creador; el maligno es sólo una criatura. No obstante, el mal tiene cierta libertad para actuar todavía.
¿Sabe? Usted es una persona valiosa. Sobre usted hay fija más de una mirada. El maligno tiene en sus garras a todo aquel que vive lejos de Dios. Usted no se da cuenta, pero está cautivo a voluntad de él.
Cuando uno se acerca a Dios, el maligno intenta oponerse: Muestra sus fauces; usa triquiñuelas amedrentadoras, despliega su vieja astucia, lo enreda en sus propias circunstancias, intenta disuadirle de buscar a Dios.
Pero es un engañador derrotado. Sus artimañas son descubiertas fácilmente. Él no puede tocar a los que se acogen a Jesús. Si usted le teme, le respeta, retrocede, usted caerá en su juego sucio. ¡Usted estará perdido! Usted debe saber que él no tiene poder sobre el hombre, a menos que el hombre se lo permita.
Si usted se acerca a Dios, si pone su confianza en Jesucristo, entonces usted no debe temer. Usted debe resistir, debe oponerse, ¡debe rechazarlo! Dios es más grande, es más fuerte que el que está en el mundo. Dios lo defenderá a usted.
Nadie puede arrebatar a mis ovejas de la mano de mi Padre – dijo el Señor.
La victoria es suya si busca a Dios de corazón. Jesús derrotó al diablo de una vez y para siempre. Cuando usted cree en Jesús, el Padre lo toma en su mano, y nadie lo moverá de ahí. El enemigo retrocederá y le dejará libre. Dios permite que el diablo nos asuste a veces, Para que nos cobijemos junto a nuestro Padre, Y entonces comprobamos cuán fuerte es Él.
El diablo es poderoso, pero nuestro Dios es todopoderoso. Su trono está firme, y lo estará por siempre. Y nosotros – si usted cree en el Señor Jesús– estamos del lado de Dios.