La introducción del euro en la Unión Europea trae un mensaje que no podemos ignorar.
En los días en que sale a circulación esta revista está ocurriendo un hecho de trascendental importancia desde el punto de vista profético. Después de varios años de negociaciones y acuerdos, la Unión Europea tiene una moneda común: el “euro”, que reemplaza a 11 monedas nacionales europeas.
Las nuevas monedas y billetes que comienzan a circular son, evidentemente, el símbolo de una nueva Europa, más unida, más solidaria, y… más poderosa.
El sueño de una Europa unida
Una Europa unida es, hoy por hoy, un hecho de vital importancia en el concierto de las naciones. La unidad de Europa ha sido un largo sueño acariciado desde los días de Carlomagno. En efecto, aquél emperador ya soñaba allá por el año 800 con una Europa cristiana que reviviera la gloria del antiguo imperio romano. Posteriormente, otros han intentado darle cuerpo a ese sueño, entre ellos Napoléon y Hitler. En estos últimos cincuenta años, el mundo ha sido testigo cómo dirigentes políticos se han comprometido con ese propósito, y cómo han estado sentando las bases para que ello sea posible.
La idea de una Europa conformando un bloque político férreo es alentada calurosamente por la Iglesia Católica. Hace pocos días atrás (14 y 15 de diciembre) con motivo de realizarse la Cumbre de la UE en Laeken (Bélgica), la Comisión de Conferencias Episcopales de la UE (COMECE) pidió a los líderes políticos “recuperar los valores que dieron origen a la UE”, considerando que “los recientes acontecimientos dramáticos demuestran la importancia de una Europa unida, capaz de expresarse con una sola voz en la escena mundial y de contribuir al bien común global …”. 1
Ahora bien, ¿cuál será el papel que jugará esta Europa unida, “capaz de expresarse con una sola voz en la escena mundial”?
Tres planos de unidad
Desde hace años el panorama mundial ha ido experimentando algunos cambios, que han pasado inadvertidos para muchos, pero que a la luz de los últimos hechos mundiales cobra mayor sentido. La Unión Europea está consolidando su unidad en tres importantes planos: el económico, el militar y el político.
La economía mundial en estos últimos años ha experimentado algunos bruscos cambios. El caso más dramático ha sido el de Estados Unidos, especialmente (aunque no exclusivamente) después del 11 de septiembre. Japón y los demás países de Asia pacífico han enfrentado también sus propios problemas.
El nivel de endeudamiento que ostenta EE.UU. hace vaticinar a algunos expertos una recesión mucho mayor a la actual, y que podría desembocar en un “colapso bursátil mundial”. 2
En medio de ese panorama, Europa, sin embargo, se mantiene erguida. La Unión Europea es, con mucho, el bloque de comercio más grande del mundo. Su economía, a diferencia de la economía norteamericana y asiática, se ha fortalecido y ha crecido en los últimos años. El producto nacional bruto de las naciones europeas, en su conjunto, es superior al de Estados Unidos, y su balanza comercial luce promisorios superávit, a diferencia de Estados Unidos, que sólo muestra déficit. Mientras la economía norteamericana tambalea, la economía de la Unión Europea mejora.
En este contexto, la introducción del euro, es de vital importancia, porque facilitará el comercio entre esas naciones. Los bienes y servicios serán vendidos al mismo precio en toda la UE. Las grandes empresas estarán viendo cómo aumenta el mercado, antes pequeño, a unas 370 millones de personas.
En el plano militar, se introducirá en el mediano plazo en Europa una nueva alianza militar, independiente de la OTAN –la “Fuerza de Reacción Rápida” (FRR)– con elementos de tierra, aire y mar. Esta Fuerza podría hacer, a la larga, nula e inviable la OTAN (de aquí a tres años debería estar funcionando), y con ello, excluir a Estados Unidos de la dirección de los asuntos militares mundiales, o, al menos, introducir un nuevo equilibrio.
Desde hace más de cincuenta años, la OTAN ha mantenido unidos a Europa y Estados Unidos, y ha sido el factor clave en la conducción de la paz mundial. Pero la introducción de la FRR podría introducir importantes cambios, y no tan a favor de Estados Unidos. Si alguien va a ver debilitado su poder será Estados Unidos, y no Europa.
Ya se comenzó a hablar, aunque tímidamente, de la posibilidad de que surja una nueva potencia mundial. Hace algunos meses, tras la cumbre de los dirigentes de la UE en Niza (Francia), la BBC de Londres se hizo la siguiente pregunta: “En 1990 había dos superpotencias. Ahora sólo hay una. ¿Podría haber otra en el futuro cercano?” Luego comentó que cualesquiera que ellas fueran, las dos superpotencias (léase Estados Unidos y la UE), tendrían inevitablemente desacuerdos, y tal vez el principal punto de conflicto sea el Cercano Oriente, porque Estados Unidos apoya a Israel, en tanto la UE se inclina por los palestinos.
El tercer plano, el político, va a la zaga de los otros dos, y su incidencia se verá incrementado en la medida en que la UE se afiance en ellos.
La Unión Europea ha ido perdiendo su dependencia con respecto de Estados Unidos, aún más, las simpatías de antaño se han ido trocando en rechazo en algunas áreas. Tras la caída de la Unión Soviética, los países europeos ya no sienten la necesidad del paternalismo de Estados Unidos. A ello se ha sumado la errónea política exterior de Estados Unidos, que le ha granjeado el rechazo de los demás países desarrollados (léase Protocolo de Kioto). ¿Qué papel jugará Estados Unidos en los próximos años? ¿Seguirá siendo la gran e indiscutida superpotencia? Todo parece indicar que no.
¿Qué dicen las Escrituras?
Las Escrituras señalan claramente que poco antes de la segunda venida del Señor Jesucristo, el mundo será dominado por una alianza de diez reyes (Apocalipsis 17:12). Estos diez reyes están representados también en las profecías de Daniel. En la visión de la imagen del rey Nabucodonosor (cap.2:31-45), están simbolizados por los diez dedos de los pies de la estatua. Los pies son la extensión (reaparición) del cuarto imperio (del hierro), es decir, el Imperio Romano. Los pies son en parte de hierro y en parte de barro cocido (v.32). Esto significa que este reino (cuyo antecedente sería la UE), “será en parte fuerte, y en parte frágil” (v.42). ¿Por qué? Porque “se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro” (v.43). No será un imperio a la manera del babilónico con una sola cabeza, con un orden jerárquico vertical, sino un conglomerado de naciones “democráticas”, cuyo sustento es el poderío económico y militar y político, y cuya fuerza son sus metas comunes.
Las Escrituras agregan: “Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre.” (v.44). Este es el anuncio del reino del Señor Jesucristo, en gloria y majestad.
La UE no tiene hoy diez reyes (o dirigentes), pero ¿qué dice que en el futuro no los tenga? Los tiempos avanzan y los escenarios cambian abruptamente. Las “alianzas” están a la orden del día. Las señales de los tiempos (ésta y otras muchas) se van armando como un gran rompecabezas, y todas se condicen unas con otras.
¡Ah! Y hay algo más: Apocalipsis dice que los diez reyes darán su reino a la bestia (17:17), el cual ejercerá una dictadura atroz y espantosa. La muerte y la destrucción inundarán la tierra como un diluvio. Este será el imperio del Anticristo, tenebrosa antesala del reinado glorioso del Señor Jesucristo sobre toda la tierra.
Así pues, la introducción del “euro” en la UE en estos días nos trae un importante mensaje que no podemos ignorar.
1 Zenit, 6/12/2001. 2 Hernán Cortés Douglas, en “El Mercurio”, Santiago de Chile, 28/10/2001, p.D-19.