…el poder del pecado es la ley”
– 1 Corintios 15:56.
Se puede tener la ley cristiana tanto como se puede tener la ley mosaica; se puede estar en esclavitud en el cristianismo tanto como los hombres lo estaban en el judaísmo. El cristianismo puede convertirse en un sistema impuesto tanto como lo fue la ley mosaica, y hay muchos cristianos hoy en día que viven bajo el temor del “deberás” y el “no deberás” de una concepción legalista de la vida cristiana.
Usted puede tomar la Biblia como la norma de Dios para su vida y tratar de cumplirla y, sin embargo, estar agobiado por una sensación de fracaso constante. Es la norma de Dios, y es una norma muy exhaustiva que no deja ninguna parte de la vida práctica sin tocar, pero los que se esfuerzan por tratar de vivir de acuerdo con ella solo acaban desilusionados.
No, no se trata solo de un Libro, sino de una Persona, la Persona que vivió de acuerdo con esa norma, cumpliendo absolutamente todas las exigencias y con el éxito más perfecto, satisfaciendo así plenamente a Dios. Con su muerte nos liberó de la esclavitud de las exigencias legales. Esta misma persona vive ahora en nosotros por medio de su Espíritu Santo, tratando de llevar a cabo la perfecta voluntad de Dios, no sobre la base de algunas instrucciones vinculantes desde el exterior, sino como una fuerza viva en nuestro interior. Tenemos la ley escrita en nuestros corazones. Estar en Cristo es una cuestión de vida y no de legalismo.
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