Enfrentando la realidad de una fecha inédita
Tal vez sea ésta la pregunta que más se oye en el mundo hoy. Es la que sube al corazón en secreto, la que surge, incontenible en las conversaciones de alcoba, la que se comenta, se predica, y se calla, con temor. Y es que la época en que vivimos es crucial. Ya cuando se cumplió el primer milenio de la era cristiana hubo conmoción, debido a algunos vaticinios que aseguraban el fin del mundo, ¿cuánto más ahora, después de otros mil años?
Variadas respuestas han ofrecido a esta pregunta adivinos, gurúes, profetas y líderes religiosos de distinto origen. El fin del mundo ha sido anunciado con creciente insistencia desde comienzos del siglo pasado. Para los que conocen de esos vaticinios fallidos, es ya casi una amenaza sin fuerza, como la del famoso cuento del lobo.
Sin embargo, esta vez, las predicciones tienen un cariz especial, por cuanto la fecha que estamos cumpliendo es inédita. Ahora bien, ¿qué se entiende por «fin del mundo»?
Cuando se piensa en el fin del mundo, se confunden una infinidad de imágenes, presagios e hipótesis personales, que hace el tema tan confuso, que difícilmente dos personas coincidan acerca de qué entienden por el fin del mundo.
Desde la invención de la bomba nuclear, tal vez la imagen más socorrida del fin del mundo sea la de una hecatombe gigantesca, cien veces mayor que la de Hiroshima, en que no quede nadie vivo para contarlo. Se piensa que sería una pesadilla terrible, pero breve; y después, silencio, sólo un gran silencio. Si fuera así, no ha de ser tan terrible -piensan algunos.
¿Qué dice la Biblia al respecto? La Biblia es un libro que ha demostrado tener vigencia en tantas materias, que conviene que atendamos a su contenido para buscar luz acerca del hecho que nos preocupa.
Si atendemos a lo que dice la Biblia, no existe ninguna posibilidad de que el mundo sea destruido en breve. En un plazo más lejano, sí, pero en el breve plazo, no. Definitivamente, no.
¿Cuándo y cómo será el fin del mundo? Según lo entienden muchos siervos de Dios, esta tierra tendrá una duración total de aproximadamente siete mil años, a partir de la creación de Adán. Estos siete mil años corresponden a la semana de la creación. Porque para el Señor, un día es como mil años, y mil años como un día (2ª Pedro 3:8).
El libro de Génesis relata que en seis días fueron creados la tierra (y su cielo), y todas las cosas que hay en ella. Luego, al séptimo día, Dios descansó. De la misma manera, esta tierra está destinada a durar, a partir de Adán, aproximadamente unos seis mil años (de trabajo), más mil años de descanso.
Ahora bien, ¿en qué día de esta gran semana de Dios nos encontramos? Desde Adán hasta Cristo transcurrieron aproximadamente cuatro mil años. Desde Cristo hasta nuestros días, dos mil años. En total, seis mil años. ¿Qué viene ahora? Obviamente, los mil años correspondientes al reino de Jesucristo.
Esta noticia puede parecer, a simple vista, halagüeña. El reino de Cristo traerá la paz que el mundo necesita, además de que tan magnífico Rey, sin duda, reinará con justicia y equidad. Efectivamente, esto será así, pero no vendrá inmediatamente.
Entre el sexto y el séptimo día hay siete años espantosos, en que la humanidad va a sufrir más que en los seis mil años anteriores juntos. Es lo que se conoce con el nombre de la Tribulación, y Gran Tribulación.
Así que, hoy estamos a las puertas, no del fin del mundo, sino de este terrible período de tribulación. Para el fin del mundo faltan más de mil años, porque antes será establecido el reino de Jesucristo.
Lo que viene luego no será sencillo: es lo peor. Una hecatombe mundial con una muerte súbita sería una solución fácil. Sería una muerte sin dolor. Pero no será así; al contrario, será un dolor tan grande, que será imposible de soportar.
No habrá un repentino y gran escape, sino una larga prueba para la humanidad que se ha olvidado de Dios. Los que quieran huir de aquello deberán buscar ahora la forma de hacerlo, porque después no habrá lugar.
¿Hay, entonces, un escape? Sí. Hay un escape. Antes de que este período comience, Dios arrebatará a todos los que esperan al Señor Jesucristo venir desde los cielos, los que han creído en su Nombre, y vivido para Él. Él los arrebatará en una magnífica operación celestial. En un abrir y cerrar de ojos. ¡Será maravilloso!
Ahora, ¿cuál será su suerte, estimado lector? ¿Qué será de usted en los próximos años? ¿Estará sobre la tierra sufriendo los horrores provocados por mentes desquiciadas, o estará en el cielo preparándose para reinar con Cristo?
Estos cruciales asuntos se deciden ahora, porque tal vez mañana sea demasiado tarde. Hoy es necesario refugiarse en la Roca de la Salvación que es Jesucristo, el Hijo de Dios. Decídase ahora. Busque a Cristo, y sálvese.