Madera común
Se cuenta la historia de un artista que esperó largo tiempo para hallar un pedazo de madera de sándalo con el fin de grabar en él al ángel que vislumbraba en su mente. Pero no encontrando lo que deseaba, tomó un trozo de madera corriente y grabó la imagen allí, y la obra resultó tan hermosa que llegó a ser clásica. Así, hay muchas personas que esperan el momento para hacer algo grande. Tomemos los materiales de nuestra vida diaria, y Dios también nos ayudará a transformarlos en ángeles.
A.B. Simpson, Mateo
Una bebida refrescante
En el anuncio comercial de una bebida refrescante en la televisión se decía: “Dr. Pepper, ¡qué incomprendido eres! Cualquiera que te prueba sabe que dejas buen sabor”. Sustituyendo simplemente las palabras “Dr. Pepper” por “Cristo Jesús”, tendremos inmediatamente un trágico cuadro religioso, aunque auténtico, del siglo XX. Cristo, sin duda, es incomprendido.
Harold L. Willmington, en Auxiliar Bíblico Portavoz
La sombra del cuerpo
Cuando yo era niño, siempre trataba de adelantarme a la sombra de mi cuerpo. Yo no entendía por qué mi sombra siempre iba adelante. Una vez estaba corriendo cara al sol, y cuando miré hacia atrás vi que mi sombra estaba detrás de mí, y que se mantuvo atrás todo el tiempo.
Así es con el Sol de Justicia. La paz y la alegría irán contigo mientras vayas con el rostro hacia él, pero quienes dan la espalda al sol están en tinieblas todo el tiempo. Vuélvete a la luz de Dios, y su reflejo ha de brillar en tu corazón.
D.L. Moody
El peso de una carga
Un día dos monjes iban caminando por el campo, cuando encontraron a una mujer que estaba sentada a la orilla del río. Ella estaba enojada porque no había un puente, y no podía cruzar al otro lado. El primer monje le ofreció amablemente: «Si quieres te podemos cargar hasta el otro lado del río». «Gracias» contestó ella, aceptando su ayuda. Así que los dos hombres juntaron sus manos y la cargaron hasta el otro lado del río. Luego la bajaron, y ella siguió su camino.
Después de que los monjes caminaron un tramo, uno de ellos empezó a quejarse. «Mira mi ropa» dijo, «está toda sucia por haber cruzado a esa mujer por el río. Y mi espalda todavía me duele por haberla cargado. Siento que se me está acalambrando.» El otro monje simplemente sonrió y asintió con su cabeza.
Un poco más adelante, el monje se quejó otra vez: «Mi espalda me duele tanto, ¡y todo es porque tuvimos que cargar a esa loca mujer para cruzar el río! No puedo seguir adelante por el dolor.» El otro monje miró a su compañero, que ya estaba tirado en el suelo quejándose, y le dijo: «¿Te has preguntado por qué yo no me estoy quejando? Tu espalda te duele porque todavía estás cargando a la mujer. Yo ya la bajé hace varios metros atrás.»
Así es como somos muchos de nosotros cuando tratamos con nuestras familias. Somos como el segundo monje que no la puede dejar ir. Queremos hacerles saber el dolor que todavía sentimos por algo que ellos nos hicieron en el pasado. Cada vez que podemos se los tratamos de recordar.
Anthony T. Evans, Guiando a tu familia en un mundo mal aconsejado
Como la espada y el rifle
Predicar es un don difícil de hallar; el de orar es aún más escaso. La predicación, como la espada, es un arma que debe ser usada a corta distancia, no puede alcanzar a los que están lejos. La oración es como un rifle: tiene largo alcance y bajo ciertas circunstancias es aún más efectiva.
Wenham, citado en “Cristianismo radical” (Revista “Avivamiento” Nº 30).
Pasando los ladrillos
¿Has observado alguna vez a obreros de la construcción trabajando en un edificio a distintos niveles de andamios, pasando los ladrillos del nivel inferior al andamio de arriba y de allí al siguiente? El trabajo avanza mientras cada ladrillo al llegar a un nivel es descargado y luego pasado al nivel siguiente. ¿Qué ocurriría si uno de los obreros del nivel intermedio no entregara sus ladrillos y al mismo tiempo le fuera alcanzada otra fila? ¿Qué si el hombre del nivel superior se negara a recibir su carga de ladrillos? El pobre hombre del nivel medio sería aplastado por la carga de ladrillos.
Eso es precisamente lo que nos ocurre en la esfera invisible. Cuando el primer problema nos alcanza fracasamos en no mandarlo “hacia arriba”, y pronto nos sentimos presionados y oprimidos. Luego viene un segundo problema y un tercer problema y paulatinamente nos debilitamos hasta que finalmente quedamos aplastados bajo la carga. El remedio es tan sencillo. Tan pronto como una ansiedad nos amenace debemos pasarla de inmediato “hacia arriba”.
Watchman Nee, en Aguas Refrescantes
Frustración innecesaria
El pastor y escritor A.B. Simpson contó de un granjero que araba en su terreno años tras año alrededor de una piedra grande. Había roto un extirpador y dos rejas de arado por golpear la piedra. Cada vez que veía ese obstáculo se quejaba de los muchos problemas que le había ocasionado.
Un día decidió desenterrarla y acabar con el problema. Al colocar una palanca por debajo de uno de los lados halló, para su sorpresa, que la piedra tenía un espesor de unos 30 cm. nada más. Al poco rato la había arrancado y la estaba transportando en su camioneta. Se sonrió al pensar cuánta frustración innecesaria le había causado aquel ‘peñón’.
No todos los problemas se pueden eliminar tan fácilmente como aquella piedra, pero la oración es una manera eficaz de manejar las dificultades de todos los tamaños. Pablo nos dijo que usásemos la oración en todas las situaciones (Fil. 4:6).
Nuestro Pan Diario
Un caballo con arnés
Ningún caballo llega a alguna parte hasta que se le coloca el arnés. No existe vapor o gas que pueda impulsar algo hasta que se comprime. Ninguna cascada se convierte en luz y energía hasta que se canaliza. Ninguna vida llega a ser grande hasta que se enfoca, se dedica y se disciplina.
Harry Emerson Fosdick