El 6 es mencionado 199 veces en la Biblia. «Seis» es el número del hombre, porque el hombre fue creado en el sexto día de la creación. El «seis» está más acá del «7», que es el número de la perfección. Es el número del hombre en su estado de independencia sin el cumplimiento del eterno propósito de Dios. En Ezequiel, la caña es usada como una unidad de medida. Una caña es equivalente a tres metros. La Biblia utiliza la caña para representar al hombre. La caña es alta en apariencia, aunque está vacía en el interior. Por esta razón, se quiebra fácilmente. «La caña cascada no quebrará …» (Is. 42:3; Mt. 12:20). El sujeto aquí es el Señor Jesús.
Cierto día nuestro Señor fue a una fiesta de matrimonio en Caná. Caná significa lugar de cañas. Allí el Señor Jesús realizó su primer milagro. Allí había seis tinajas de agua; y el agua fue transformada en «buen vino» por nuestro Señor. Esto muestra con gran belleza, cómo el hombre, representado por aquellas seis tinajas en su estado vacío, débil e, incluso, muerto, es transformado por el milagro del evangelio para ser henchido con la vida de Cristo, la vida surgida de la muerte.
El número del trabajo
«Seis» es también el número del trabajo. Marca la conclusión de la Creación como el trabajo de Dios. Dios trabajó 6 días, y después descansó el séptimo día. Este séptimo día era el primer día del hombre, que fue creado en el sexto día. Según el propósito de Dios, el hombre debería entrar primero en el descanso de Dios y después trabajar o «labrar y … guardar» (Gn. 2:15). Este es el principio del evangelio. La energía y la fuerza para el trabajo son, invariablemente, derivadas del descanso, el cual habla de Cristo. Después de la caída, el hombre fue separado de Dios, el antitipo del «descanso». Por más que el hombre trabaje nunca alcanza la perfección o la plenitud. Por eso cantamos: «El trabajo jamás podrá salvarme».
Todas las religiones alientan a las personas a trabajar para conseguir su propia salvación. El primer trabajo del hombre, después de la caída, fue coser hojas de higuera para hacerse delantales (Gn. 3:7). Esas hojas luego se acaban. Nuestras propias obras jamás pueden cubrir nuestra vergüenza. «Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió» (Gn. 3:21). Alguien más tuvo que morir, derramar su sangre para traer la salvación. En Números 35:1-6, Dios pidió a Moisés proveer seis ciudades de refugio. En respuesta al trabajo del hombre, Dios hizo de Cristo nuestro refugio. Si nosotros lo aceptamos como nuestro refugio, y habitamos en él, cesaremos nuestro trabajo y encontraremos nuestro descanso y paz verdadera. «Seis ciudades» es muy bueno para hacernos recordar la debilidad que existe en nuestro ser y en nuestras obras.
Otros ejemplos del número seis en relación a la idea de ‘trabajo’ son los siguientes: Jacob sirvió a su tío Labán durante seis años por su ganado (Gn. 31). Los esclavos hebreos debían servir durante seis años (Éx. 21). Durante seis años la tierra debía ser sembrada (Lv. 25:3). Los hijos de Israel deberían rodear la ciudad de Jericó una vez al día, durante seis días (Js. 6). Había seis gradas en el trono de Salomón (2 Cr. 9:18). El trabajo del hombre puede llevarlo hasta el mejor trono debajo del sol. Sin embargo, eran necesarios 15 ó 7+8 pasos para subir al templo, el lugar de la habitación de Dios (Ez. 40:22-37). La puerta del patio interior del templo de Ezequiel, que miraba en dirección al oriente, debería estar cerrada durante «los seis días de trabajo» (Ez. 46:1).
El número de la imperfección
El número seis ha sido bastante considerado por los griegos, e incluso por los mismos griegos antiguos, como el número perfecto. Ellos aducían que seis es la suma de sus divisiones: 1, 2, 3 (no incluyéndolo a él mismo): 6 = 1+2+3. El próximo número perfecto es 28, puesto que 28 = 1+2+4+7+14. Actualmente, según la Biblia, este es un perfecto número de imperfección. El hombre ocupa el lugar más elevado entre las vidas creadas. Dios creó varias vidas en orden ascendente en los seis días. La creación alcanzó el auge en el sexto día, porque en este día Dios creó al hombre conforme a su imagen y semejanza. La más elevada de las vidas creadas sería perfecta si hubiese permanecido sola en el universo sin ser comparada con otras. La luz de una vela sería perfecta si la luz del sol nunca brillase. Cuando el hombre fue colocado delante del árbol de la vida, que tipifica la vida de Cristo, él mostró su verdadero color: la imperfección.
Solamente cuando el hombre acepta a Cristo como su Salvador personal, y Su vida, entonces se completa en él. En Job 5:19 leemos: «En seis tribulaciones te librará, y en la séptima no te tocará el mal». «Seis tribulaciones» ya es demasiado para nosotros, representa «tribulaciones en exceso». Sin embargo, el poder de la liberación de Dios nunca se manifiesta tan grandemente como cuando las tribulaciones alcanzan su medida perfecta: siete. El regalo de Booz a Rut: «Seis medidas de cebada» (Rt. 3:15) fue, de hecho, maravilloso. Pero Booz iba a hacer aún otra cosa: iba a convertirse en el redentor de Rut. La unión de Booz y Rut hizo surgir al rey David, y también, según la carne, a alguien mayor que David, a nuestro Señor Jesús. Antes que eso sucediera, Rut habría de maravillarse con aquellas «seis medidas de cebada», probablemente el mayor regalo de Booz.
Tomado de “Os números na Bíblia”